miércoles, 28 de marzo de 2007
Viaje al Centro de la Tierra
Pat Boone ... Alec McEwen
James Mason ... Professor Oliver Lindenbrook
Arlene Dahl ... Mrs. Carla Goetaborg
Diane Baker ... Jenny
Thayer David ... Count Saknussem
Peter Ronson ... Hans Belker
Robert Adler ... Groom
Alan Napier ... Dean
rest of cast listed alphabetically:
Gertrude the Duck ... Duck
Mary Brady ... Kirsty (uncredited)
Alan Caillou ... Rector (uncredited)
John Epper ... Groom (uncredited)
Edith Evanson ... Icelandic proprietress (uncredited)
Alex Finlayson ... Professor Bayle (uncredited)
Mollie Glessing ... News vendor (uncredited)
Frederick Halliday ... Chancellor (uncredited)
Kendrick Huxham ... Scots newsman (uncredited)
Owen McGiveney ... Shopkeeper (uncredited)
Molly Roden ... Housekeeper (uncredited)
Ivan Triesault ... Prof. Goetaborg of Stockholm (uncredited)
Robert 'Red' Gene West ... Bearded Man at Newspaper Stand/University Student (uncredited)
Ben Wright ... Paisley (uncredited)
Peter Wright ... Laird (uncredited)
Produced by
Charles Brackett .... producer
Original Music by
Bernard Herrmann
Cinematography by
Leo Tover (director of photography)
Film Editing by
Stuart Gilmore
Jack W. Holmes
Art Direction by
Franz Bachelin
Herman A. Blumenthal
Lyle R. Wheeler
Set Decoration by
Joseph Kish
Walter M. Scott
Costume Design by
David Ffolkes
Hal Herman .... assistant director
Art Department
Harold Michelson .... illustrator (uncredited)
Sound Department
Warren B. Delaplain .... sound
Bernard Freericks .... sound
Joel Fein .... sound re-recording mixer (uncredited)
Special Effects by
L.B. Abbott .... special photographic effects
James B. Gordon .... special photographic effects
Emil Kosa Jr. .... special photographic effects
Comienzo esta serie de comentarios que no tienen nada que ver con la calidad de las películas, con su espectacularidad o con la dirección o interpretación de las mismas.
Simplemente se trata de llamar la atención sobre el tratamiento que, no el cine sino las películas que vamos viendo, da algunos temas de mayor o menor actualidad.
Y comenzamosno con ninguna de las que hemos visto en nuestras sesiones de la peña, sino con una que vieron el otro día mis hijos. Viaje al centro de la Tierra de 1959, dirigida por Henry Levin, protagonizada por James Mason, Pat Boone y Arlene Dahl y basada, como no, en la novela de Julio Verne.
Ya digo que es una película que pusimos a los niños y como tal hay que tomarla. Como no es un análisis cinéfilo no importa mucho que la cinta sea mejor o peor.
El momento de la cinta que vamos a abordar es en el que sale la cuestión del "juicio" al barón Sagnusen (el malo de la película). El barón (un enfermo absolutamente demente) ha asesinado a un renombrado explorador, ha puesto en peligro a todos los miembros de la expedición y si estos no han muerto ha sido practicamente de casualidad. Cuando por fin se encuentran, después de un forcejeo el barón queda a merced de los miembros de la expedición Lindenbrook (Mason y los suyos) que, a cientos de Km bajo la superficie terrestre, se constituyen en autoridad y realizan un juicio sumarísimo. Tan sumarísimo que sin exposición de motivos, sin por supuesto dar lugar a la defensa, sin ningún tipo de consideración, someten a votación la culpabilidad o inocencia del barón. Y ante un veredicto unánime de culpabilidad (por parte de las víctimas) el jefe de la expedición lo sentencia a muerte.
Lo curioso no es que se trate de la legitimidad o no de la pena de muerte, que en ningún caso se cuestiona. Lo curioso es que en virtud de que ellos son más civilizados, adoptan la medida de la condena de la pena de muerte.
¿Más civilizados que quién? Porque el tribunal está compuesto por dos ingleses, un islandés y una sueca, que juzgan a otro islandés. Luego no parece que sea una cuestión cultural o de civilizaciones. Y si son más civilizados porque no son asesinos, han tomado la decisión antes de determinar o no la culpabilidad. Y si son más civilizados porque no están locos, la locura no es signo de civilización o no, sino que más bien es precisamente un signo de irresponsabilidad. Y si el loco es irresponsable no puede ser condenado y menos a la pena capital. En todo caso tendría que quedar bajo la custodia de quién correspondiera (claro que esto no es posible a cientos de Km bajo tierra) para evitar nuevos actos de locura.
Pues hasta aquí la cuestión de la determinación o no de la pena de muerte. Pero es que lo que sigue a continuación es aún más llamativo, porque llega el tema de la ejecución de tal pena. Y la cosa ya pierde todo su sentido.
Se encarga la ejecución al islandés, que se niega alegando que su familia desde siempre ha sido leal a la familia del barón por lo que él no puede ejecutar la sentencia (pero no ha tenido problema en condenar). En segundo lugar al joven inglés, que alega que no puede disparar (la ejecución se supone que va a ser un tiro en la cabeza, tampoco tienen más medios) con la mano izquierda. En tercer lugar a la mujer que alega su condición femenina para no convertirse en verdugo. Y por fín en última instancia al jefe de la expedición, que simplemente afirma que él se considera incapaz de pegarle un tiro a nadie.
Con lo que llegamos al paroxismo del absurdo, puesto que no hay inconveniente en emitir una condena , pero sí en ejecutarla. Uno se constituye en autoridad (cierto que tampoco hay otra), pero no está dispuesto a asumir ni las exigencias de la autoridad ni sus responsabilidades.Con lo que en realidad lo que tenemos es una quiebra del principio de autoridad pero no por parte del subordinado, sino porque la propia autoridad no está dispuesta a serlo, o sólo va a serlo en aquello que le beneficia o no le incomode.
No recuerdo el texto de Verne, pero acabo de ver la versión cinematogáfica. Y verdaderamente todo lleva a concluir no sólo que los temas son los de siempre, sino que los males son los de siempre. Y el cine no se libra de ser un magnífico conductor de lo que se quiera. Depende de cual sea el fin para el que se quiera utilizar.
Ya veremos en el siguiente comentario.
Michaeleen Flyn.
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5 comentarios:
Esto me recuerda a un argumento que esgrimía Chesterton para defender que las mujeres no debían formar parte de un jurado popular: el argumento era que una mujer, por la especial sensibilidad de su condición, no debía ser verdugo, y por lo tanto tampoco debía formar parte del grupo que conduce a una persona a la muerte con su veredicto. Independientemente de que estemos o no de acuerdo con esta observación, (yo no lo estoy, aunque tampoco de los jurados populares)es cierto que el oficio de verdugo se hace especialmente penoso, incluso cuando el sentenciado pueda merecer la sentencia dictada.
Un juez dictó sentencia contra un reo: -Será usted ejecutado un día del més de septiembre, con la particularidad de que no sabrá el día de su muerte hasta que este llegue.
-Ja, ja ja- se rio el reo (mi genialidad alcanza límites increíbles, ¡qué aliteración!*)
-De qué se ríe?-Le pregunta el juez.
- De que si llego con vida al día 30 a las 23:59, sabré que me van a ejecutar el 31; y puesto que no seré ejecutado en una fecha que yo conozca, no me pueden matar el 31. Puesto que no me pueden matar el 31, si llego al 29 a las 23:59 con vida, sabré que me van a matar el 30; y como en el caso anterior, se quedarán con las ganas...y así sucesivamente.
-Concho-pensó el juez.
El día 14 a las 03:17, dos verdugos islandeses, uno belga y uno de La Almunia de Doña Godina, lo liquidaron, y el reo dijo -Eu flipín- (Sic)
* (N del A)
Nuestro blog va viento en popa a toda vela y ya se estrena Michealeen. Esto es la bomba.
Sois unos asquerosillos. Salvo Remington, ya se ve que para el resto la distancia es el olvido y me dejais fuera de todos vuestros planes. Debe ser que como estoy muy lejos para organizar merendolas pasais de mi olimpicamente. Menudo espiritu familiar!!!!
En fin, que os visitare desde los States para culturizarme un poco en estas lides cinematograficas.
Pero nadie escribe ni comenta en este blog?????? Pues vaya amigos de la arena, deben estar sepultados en sus coches en el Sahara.
Bueno. Toda vez que las aportaciones son muy elaboradas, lleva algo de tiempo prepararlas. Y, además, hay miembros perezosos...
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