lunes, 22 de octubre de 2007

ELLAS TAMBIÉN SE LO MERECEN




Puede que no fueran las más guapas, ni las más sexis, pero se han ido, y con ellas un poco más de lo que aún nos quedaba de una época dorada y maravillosa.

viernes, 19 de octubre de 2007

EFEMÉRIDES


Y sí. Hoy, a los siete meses y diecisiete días de comenzar nuestra singladura, Los Amigos de la Arena han recibido a su visitante número DOSMIL.

Y, de nuevo, sí. La alegre comitiva está encabezada por Oscar, y la completan Michael, Micheleen y Remington

ES DE BIEN NACIDOS SER AGRADECIDOS

Y creo que es de estricta justicia hacer una mención a nuestros amigos de los States, que siguen conectándose y entrando a vernos a través de Comcast Cable, a pesar de nuestra evidente falta de intervenciones (y de interés) en los últimos meses.

NIÑOS DE PELÍCULA

“Nunca ruedes con niños, ni con animales, ni con Charles Laughton”, decía el gran Alfred Hitchcock. Aunque él mismo repitió con sir Charles, en 1939 Jamaica Inn y en 1947 El Caso Paradine. Y salían niños al menos en El Hombre que sabía demasiado y en Los Pájaros, rodaje en el que el excéntrico director debió sufrir de lo lindo, porque, desde luego, también había animales. Este post quiere ser un homenaje a algunos de los niños que más nos han hecho disfrutar en el cine.

Pese a la opinión de Hitchcok, que posiblemente compartirá con otros directores, los productores deben saber que los niños son una buena baza en una película, al menos si te salen estupendos, como la Judy Garland de El Mago de Oz o el Freddie Bartholomew de Capitanes Intrépidos, como el Elliot de E.T., el Kevin de Solo en Casa o el Cole de El Sexto Sentido.

Una de las películas menos comerciales del más comercial de los directores del último cuarto del S. XX nos descubrió a un niño, casi un adolescente, que firmó con trece años el que ha sido el mejor de sus papeles hasta el momento. Christian Bale nos mostró una imagen intimista, a la vez tierna y dura, de la vida de los prisioneros durante la ocupación japonesa de Shangai, y muchos de los momentos por los que tuvo que pasar Jim durante los cinco años que duró su aventura permanecerán para siempre en mi memoria, desde el hambre de los primeros días, cuando intentaba sin éxito alguno rendirse a los soldados japoneses, hasta su impresión ante la explosión atómica de Hiroshima, cuando creyó contemplar el alma de la señora Victor subiendo al Cielo. Es curioso ver cómo introducir niños en una historia contribuye a mostrarnos de modo más crudo los horrores de la guerra, y al mismo tiempo consigue hacérnosla más humana, más soportable. Lo hemos visto también en “Enemigo a las puertas”, y, por supuesto, en “La vida es bella”, donde el pequeño Josué nos logra sorprender aún una última vez cuando le grita entusiasmado a su madre: “¡Hemos ganado, mamá. Era verdad. Hemos ganado el paseo en tanque!”

Para algunos de estos niños su intervención en una sola película ha supuesto el salto a la fama y el ingreso en la memoria colectiva de toda una generación, o de varias, aunque luego les hayamos perdido la pista o hayamos tenido que esperar a que se hicieran mayores para volver a encontrárnoslos. ¿Quién es capaz de mencionar más títulos del niño que hacía de Elliot, (se llama Henry Thomas, y sigue trabajando, pero quién lo sabe) o del hijo de Meryl Streep y Dustin Hoffman en Kramer contra Kramer? Otros, en cambio, han contribuido con su presencia a que muchas historias nos entusiasmen. Haley Joel Osment, además de en El Sexto Sentido, nos ha conquistado como el pequeño robot de Inteligencia Artificial, como el idealista de Cadena de Favores y, todavía antes de dejar atrás del todo la niñez, como el sobrino de Michael Caine y Robert Duvall en El Secreto de los McCaan.

Todavía hay una tercera clase de niños de película a los que vale la pena mencionar, los que no han pasado de ser secundarios pero sin cuya presencia las historias en las que participaron habrían perdido encanto o, directamente, no se habrían sostenido: desde la hermana pequeña de Tracy Samantha Lord en Historias de Filadelfia (No, mamá, el bulto es mío) hasta el hijo de Sam Baldwin en “Algo para recordar”, pasando por el deslenguado “nietastro” de Ethel y Norman Thayer de “En el estanque dorado”.

Me ronda, en cualquier caso, una duda por la mente. Es evidente que hay cine de chicas y cine de chicos, aunque esto no impida que a mí me encante “El Padrino” y a Michael O'Leary “Joe contra el Volcán”. Mi duda es si la presencia de niños tiende en general a “feminizar” una película. Tal vez sí, aunque creo que no siempre. Y un buen contraejemplo es la única película que se me ha ocurrido en la que se mezclan dos de los tres tabúes de Hitchcok: La noche del cazador.

Pues yo no se qué le ves

jueves, 18 de octubre de 2007

¡YA ME LLEGÓ LA INSPIRACIÓN!


Y no de mano de ella, aunque bien podría haber sido.


Pero, lamenteblemente no tengo tiempo para ponerme a escribir ahora acerca de mi idea. Esto es sólo un regalo dirigido a los amantes del arte de nuestro blog, así como a los amantes de Scarlett Johansonn del mundo entero, que, supongo, serán muchos.

He descubierto que la imagen venía junta. ¡Qué fastidio! Yo quería la de la derecha... Mala suerte.