sábado, 31 de marzo de 2007

VISITANTE DE ULTRAMAR


No, esto no es el título de ninguna película (al menos que yo sepa). Es sólo una invitación a nuestra visitante de las Américas a que haga algún comentario, crítica o sugerencia. De hecho, yo propongo mandarle una invitación para que ella también contribuya. no tengo ni idea de a quién le estoy pidiendo esto, ya que Modesto ha desaparecido.

miércoles, 28 de marzo de 2007

Viaje al Centro de la Tierra


Pat Boone ... Alec McEwen

James Mason ... Professor Oliver Lindenbrook
Arlene Dahl ... Mrs. Carla Goetaborg
Diane Baker ... Jenny
Thayer David ... Count Saknussem
Peter Ronson ... Hans Belker
Robert Adler ... Groom
Alan Napier ... Dean
rest of cast listed alphabetically:
Gertrude the Duck ... Duck
Mary Brady ... Kirsty (uncredited)
Alan Caillou ... Rector (uncredited)
John Epper ... Groom (uncredited)
Edith Evanson ... Icelandic proprietress (uncredited)
Alex Finlayson ... Professor Bayle (uncredited)
Mollie Glessing ... News vendor (uncredited)
Frederick Halliday ... Chancellor (uncredited)
Kendrick Huxham ... Scots newsman (uncredited)
Owen McGiveney ... Shopkeeper (uncredited)
Molly Roden ... Housekeeper (uncredited)
Ivan Triesault ... Prof. Goetaborg of Stockholm (uncredited)
Robert 'Red' Gene West ... Bearded Man at Newspaper Stand/University Student (uncredited)
Ben Wright ... Paisley (uncredited)
Peter Wright ... Laird (uncredited)

Produced by
Charles Brackett .... producer

Original Music by
Bernard Herrmann

Cinematography by
Leo Tover (director of photography)

Film Editing by
Stuart Gilmore
Jack W. Holmes

Art Direction by
Franz Bachelin
Herman A. Blumenthal
Lyle R. Wheeler
Set Decoration by
Joseph Kish
Walter M. Scott
Costume Design by
David Ffolkes
Hal Herman .... assistant director
Art Department
Harold Michelson .... illustrator (uncredited)
Sound Department
Warren B. Delaplain .... sound
Bernard Freericks .... sound
Joel Fein .... sound re-recording mixer (uncredited)
Special Effects by
L.B. Abbott .... special photographic effects
James B. Gordon .... special photographic effects
Emil Kosa Jr. .... special photographic effects


Comienzo esta serie de comentarios que no tienen nada que ver con la calidad de las películas, con su espectacularidad o con la dirección o interpretación de las mismas.
Simplemente se trata de llamar la atención sobre el tratamiento que, no el cine sino las películas que vamos viendo, da algunos temas de mayor o menor actualidad.
Y comenzamosno con ninguna de las que hemos visto en nuestras sesiones de la peña, sino con una que vieron el otro día mis hijos. Viaje al centro de la Tierra de 1959, dirigida por Henry Levin, protagonizada por James Mason, Pat Boone y Arlene Dahl y basada, como no, en la novela de Julio Verne.
Ya digo que es una película que pusimos a los niños y como tal hay que tomarla. Como no es un análisis cinéfilo no importa mucho que la cinta sea mejor o peor.
El momento de la cinta que vamos a abordar es en el que sale la cuestión del "juicio" al barón Sagnusen (el malo de la película). El barón (un enfermo absolutamente demente) ha asesinado a un renombrado explorador, ha puesto en peligro a todos los miembros de la expedición y si estos no han muerto ha sido practicamente de casualidad. Cuando por fin se encuentran, después de un forcejeo el barón queda a merced de los miembros de la expedición Lindenbrook (Mason y los suyos) que, a cientos de Km bajo la superficie terrestre, se constituyen en autoridad y realizan un juicio sumarísimo. Tan sumarísimo que sin exposición de motivos, sin por supuesto dar lugar a la defensa, sin ningún tipo de consideración, someten a votación la culpabilidad o inocencia del barón. Y ante un veredicto unánime de culpabilidad (por parte de las víctimas) el jefe de la expedición lo sentencia a muerte.
Lo curioso no es que se trate de la legitimidad o no de la pena de muerte, que en ningún caso se cuestiona. Lo curioso es que en virtud de que ellos son más civilizados, adoptan la medida de la condena de la pena de muerte.
¿Más civilizados que quién? Porque el tribunal está compuesto por dos ingleses, un islandés y una sueca, que juzgan a otro islandés. Luego no parece que sea una cuestión cultural o de civilizaciones. Y si son más civilizados porque no son asesinos, han tomado la decisión antes de determinar o no la culpabilidad. Y si son más civilizados porque no están locos, la locura no es signo de civilización o no, sino que más bien es precisamente un signo de irresponsabilidad. Y si el loco es irresponsable no puede ser condenado y menos a la pena capital. En todo caso tendría que quedar bajo la custodia de quién correspondiera (claro que esto no es posible a cientos de Km bajo tierra) para evitar nuevos actos de locura.
Pues hasta aquí la cuestión de la determinación o no de la pena de muerte. Pero es que lo que sigue a continuación es aún más llamativo, porque llega el tema de la ejecución de tal pena. Y la cosa ya pierde todo su sentido.
Se encarga la ejecución al islandés, que se niega alegando que su familia desde siempre ha sido leal a la familia del barón por lo que él no puede ejecutar la sentencia (pero no ha tenido problema en condenar). En segundo lugar al joven inglés, que alega que no puede disparar (la ejecución se supone que va a ser un tiro en la cabeza, tampoco tienen más medios) con la mano izquierda. En tercer lugar a la mujer que alega su condición femenina para no convertirse en verdugo. Y por fín en última instancia al jefe de la expedición, que simplemente afirma que él se considera incapaz de pegarle un tiro a nadie.
Con lo que llegamos al paroxismo del absurdo, puesto que no hay inconveniente en emitir una condena , pero sí en ejecutarla. Uno se constituye en autoridad (cierto que tampoco hay otra), pero no está dispuesto a asumir ni las exigencias de la autoridad ni sus responsabilidades.Con lo que en realidad lo que tenemos es una quiebra del principio de autoridad pero no por parte del subordinado, sino porque la propia autoridad no está dispuesta a serlo, o sólo va a serlo en aquello que le beneficia o no le incomode.
No recuerdo el texto de Verne, pero acabo de ver la versión cinematogáfica. Y verdaderamente todo lleva a concluir no sólo que los temas son los de siempre, sino que los males son los de siempre. Y el cine no se libra de ser un magnífico conductor de lo que se quiera. Depende de cual sea el fin para el que se quiera utilizar.
Ya veremos en el siguiente comentario.

Michaeleen Flyn.

viernes, 23 de marzo de 2007

Matar a un Ruiseñor (To Kill a Mockingbird)



TO KILL A MOCKINGBIRD (MATAR UN RUISEÑOR)
Universal, 1962; de Robert Mulligan.
Gregory Peck, Mary Badham, Brock Peters, Philip Alford, and introducing Robert Duvall.
Adaptación de la nivela de Harper Lee "To Kill a Mockingbird".
La película inaugural de la Sociedad está considerada por muchos críticos (entre los cuales por supuesto me incluyo; estamos Pumares, yo y otros cuantos) como una de las mejores películas de la historia del cine (¿hace falta añadir del cine en la expresión historia del cine? nunca lo supe).

Cuanta estupendamente la infancia, parte de ella, de Scout: la hija que todos queremos tener, después de Margarita, durante la crisis de 1927 en el Medio Oeste americano.
Cosillas de los protagonistas, todos en general, porque la película todos la hemos visto. Así que, en conclusión a lo que es la historia, yo creo que entusiasma porque es un canto a la honradez o, lo que es mejor a la hombría de bien. En medio de una austeridad bastante espartana (sólo 80 años nos separan de las calles sin asfaltar de la película y el calor tremendo del verano que se combatía, nos cuenta Scout, con polvos de talco que hacían que los cuellos de las mujeres parecieran galletitas (nunca he entendido la comparación, lo reconozco)), Atticus Finch no renuncia a ser bueno porque es como se debe ser. A educar a sus hijos, a ayudar a sus vecinos, a hacer lo correcto porque es lo correcto; y tampoco renuncia a Calpurnia a la que trata maravillosamente, ni a las buenas maneras, ni a la hospitalidad, ni a restar importancia a las travesuras de sus niños acompañados por Tití, que ganó, pobrecito, un concurso de niños bonitos mientras esperaba a su padre.

Y creo que no soy el único al que Atticus Finch le parece que es como hay que ser, porque haciendo memoria, recuerdo a Robert Duvall mucho tiempo después, allá por 2003, diciéndole a su nieto que "el honor, al valor y la virtud son lo único que importa; y que el poder y el dinero, el dinero y el poder, no valen absolutamente nada"
Gregory Peck.

Nació en 1916 en La Jolla, California, y su nombre completo es Eldred Gregory Peck; Eldred no tiene glamur, es cierto. Hijo de un farmacéutico, empezó a estudiar Medicina en Berkeley, pero a mitad de camino soltó el fonendo y se puso a representar en el grupo de teatro de la Facultad. Se lo fue tomando más en serio y se puso a estudiar en la Neighbourhood Playhose de Nueva York, y de allí saltó a Broadway donde participó en obras como "The Morning Star" o "The Willow and I".

Debutó en el cine con "Days of Glory" (Jacques Tourneur) en 1944 y toda la década de los 40 se le dio bien (toda su vida, pero ya lo iremos viendo): Las llaves del Reino (Jonh M. Stahl, 1944, por la que se le propuso para el Oscar ¡en su segunda película!) "Recuerda" (Alfred Hitchcock, 1945) "Duelo al Sol" (King Vidor, 1946), "El Despertar" (Clarence Brown, 1946, con nueva nominación al Oscar, aunque yo confieso que me pareció aburrida y excesivamente meliflua), "La Barrera Invisible" (Elia Kazan, 1947, nueva nominación) o "Almas en la Hoguera" (Henry King, 1949, ¡cuarta nominación en cinco años, la estatuilla estaba asustada ya!) fueron algunos de los títulos que en cinco años le habían convertido en una de las estrellas más brillantes del momento.

En los 50 y 60 sigue luciéndose muchas veces con papeles de héroe que todos recordamos : "El Hidalgo de los Mares" (Raoul Walsh, 1951); "Las Nieves del Kilimanjaro" (Herry King, 1952); "Los Cañones de Navarone" (Jack Lee Thomson, 1960); loco peligroso para todos, autodestructivo y casi suicida, como ahora contaré "Moy Dick" (Jonh Huston, 1956); o de canalla arrepentido y de buen corazón en la fabulosa "Vacaciones en Roma" (William Wyler, 1953), de la que disfrutamos gracias a María hace un par de meses. No nombro todas porque son infinitas, pero no me resisto a mencionar "Mi desconfiada esposa" (Vincente Minelli, 1957), divertidísima y con la maravillosísima Lauren Bacall. La anécdota de Moby Dick: estuvo a punto de ahogarse (sin exagerar) cuando, montado en una Moby Dick de cartón piedra, el cable que les unía al barco se rompió en mitad del Mar del Norte (o por ahí) y les perdieron entre la niebla. Aquello eran actores.
Me estoy alargando, y esto no habrá quien lo lea. Siguió actuando hasta 1991 en que tuvo un papel en "El Cabo del Miedo" (Martin Scorsesse), remake de "El Cabo del Terror" (Lee Thomson, 1962), y le vimos haciendo de Menguele "Los Niños del Brasil" (Frankin J. Schaffner, 1978) y en una espantosa por lo terrorífica obra con continuación acerca de la encarnación del Anticristo "La Profecía" (Richard Donner, 1976, año de mi nacimiento...que mal rollo).

¿El mejor actor de la historia? No lo se. Pero cuando hemos hecho listados todos le hemos incluido. Se casó dos veces, se divorció una (la primera) y debía ser buena gente, porque se dedicó a muchas obras benéficas.


Mary Badham.


La maravillosísima Scout es la otra mitad de la película y, haciendo honor a su apellido, aparece disfrazada de jamón al final. Ella es la narradora de la historia, mezclándose la realidad con la ficción en la propia infancia de Harper Lee cuyo padre también era abogado.


Nació en Birmingham (todo es jamón en su vida de una u otra forma), Alabama, en 1952 y la eligieron entre 2000 niñas para el papel. Parece que eligieron bien. Es pendenciera, chicote, mimosa a veces, testaruda, quiere mucho a su hermano Jem y adora a su padre al que no entiende demasiado bien, mientra se enfrenta a vecinos malencarados que a pesar de saber un santo a Atticus Finch estarían dispuestos a lincharle por defender a un negro inocente. Demasiado para una niña que no entiende que un granjero pague un pleito en nueces a su padre o que se sorprende de que un niño pobre y hambriento pueda perder los papeles ante la compota.

Tiene un vecino, Boo Radley cuya existencia no está muy clara hasta el final, del que todos dicen que es un loco, un asesino o todo junto y que vive encerrado con sus padres; no obstante, la sensatez de Atticus (nunca papá) y el cariño de Boo Radley, le enseñan que no hay que juzgar por las habladurías y que todo el mundo merece un respeto y un cariño por encima de los miedos o la mezquindad. No conocía a ciertos políticos...

No hizo carrera en el cine; dos pelis, alguna serie de televisión...

Robert Duvall.

Su aparición como el autista Boo Radley llena la pantalla. Está bien hasta cuando no aparece: su presencia asusta, inquieta, provoca disparos y sustos de muerte. Y también hace regalos, talla esculturas de niños en jabón, protege, salva, mata... Pocos papeles de tan poquísimo tiempo de pantalla y sin una sola línea de diálogo son tan redondos.

Y después siguió cosechando éxitos. Por decir algunos: "Valor de Ley" (Henry Hathaway, 1969), las increíbles "El Padrino" y "El Padrino II" (Francis Ford Coppola, 1972 y 1974), "Apocalypse Now" (Francis Ford Coppola, 1979) o la fabulosa "El Secreto de los McCaan" (Tim McCanlies, 2003).

Tiene bastante gracia que parte de su familia (la materna) deciende, como la autora de la novela, del General Lee, héroe confederado con cuya rendición acaba la Guerra de Secesión norteamericana como lamenta amarguísimamente Gerald O'Hara. ¿Qué habría dicho Lee si hubiera sabido que después de todo lo que hizo él, sus bisnietos hiban a librar batallas cinematográficas en defensa de los negros de Alabama? Quizás haya que informarse acerca de cómo piensan de verdad los sureños " de toda la vida".

Harper Lee.

Lo alucinante de Harper Lee es que apenas escribió nada. Su única novela es Matar un ruiseñor, y ganó el Pulizer con ella en 1956. Un par de ensayos después y desapareció. Ni una entrevista, ni una aparición pública. Una desaparición como la de Scout.

Aparece en "Capote" (Bennet Miller, 2005) caracterizada en Catherine Keener y junto a Philip Seymour Hoffman, como la amiga que fue del autor de "A Sangre Fría" y "Desayuno en Tyffany's".
He buscado la novela, pero la única traducción que encontré era tan mala que no seguí leyendo. Además habría tenido que robarla porque estaba en un estantería de una casa alquilada en Panjón hace muuuuchos años y le tuve que quitar el precinto. No la habían abierto. Pues léela en inglés direis...Qué pereza, no? Puede ser un año leyendo, aunque seguro que, al final, valdría la pena.
To Kill a Mockingbird, en mi opinión, es un peliculón como pocos.





YA SOMOS PLURINACIONALES

No dejas de innovar, Modesto. Me encanta.
Por cierto, no deja de sorprenderme que haya gente que nos visite desde Italia, Brasil, Argentina y el Reino Unido.

miércoles, 21 de marzo de 2007

QUEREMOS A PETER O'TOOLE

Bueno, pues se me ha ocurrido que, además de hacer comentarios sobre pelis que veamos juntos o separados, podemos colgar más cosas aquí. Y resulta que hoy estuve hablando con un compañero del trabajo, en cuya opinión Peter O’Toole no volvió a trabajar bien después de Lawrence de Arabia. Así que me puse a repasar lo que ha hecho este señor en los últimos 47 años, y me pareció que merecía una reseña. Os cuento, y os sugiero que veáis y/o reveáis algunas de sus interpretaciones. Creo que no os defraudará.
Peter O’Toole nació el 2 de agosto de 1932 (sí, dos años después que Clint Eastwood, y sólo ocho antes que mi padre, quién lo diría) en un lugar de Irlanda llamado Connemara, hijo de padre irlandés y madre escocesa. Fue educado en la fe católica, y parece ser que sigue siendo católico (nadie ha dicho que los católicos tengan que ser abstemios, después de todo). En cualquier caso, su fe no le impidió divorciarse de su mujer, con la que compartió 21 años de matrimonio y dos hijas, ni tener otro hijo posteriormente, aunque, eso sí, nunca se volvió a casar, siguiendo en esto la tradición de otro gran actor católico y alcohólico, Spencer Tracy. Por cierto, Peter O’Toole fue íntimo amigo de Katherine Hepburn, y una de sus hijas lleva el nombre de la actriz.
A los quince años dejó los estudios reglados, harto de que las monjas “intentaran quitarle la zurdez a reglazos”, en traducción bastante literal. Estudió arte dramático, y en su juventud se dedicó al periodismo. Como actor, se inició en el teatro, en el Old Vic Theatre, en el que, a pesar de compartir tablas con compañeros de la talla de Albert Finney o Richard Harris, y tras sólo cinco años, llegó a ser primer actor. En esa época interpretó el papel protagonista de “The Long and the Short and the Tall”. Cuenta Michael Caine, su sustituto en la obra, lo angustioso que le resultó estar a la sombra de O’Toole: por su calidad interpretativa, sin duda, pero también por su costumbre de llegar al teatro en el último minuto y en dudosas condiciones. En una ocasión en la que le acompañó en la juerga posterior a la representación se encontró despertando en una habitación desconocida con los zapatos y el abrigo puestos. Cuando preguntó qué hora sería oyó a su lado la cavernosa voz de O'Toole: "Eso no tiene importancia. Lo que importa es saber qué jodido día es hoy".
Para el cine, debutó en 1960 con “El robo al Banco de Inglaterra”. Ésta fue la película que vio David Lean cuando, desesperado por numerosas deserciones y negativas, recorrió todas las salas de cine de Londres buscando un actor para su Lawrence de Arabia. Parece ser que fue verlo y decidirse, y, aunque es cierto que no le quedaban muchas opciones, no cabe duda de que fue el mayor de los aciertos. El irlandés era por aquél entonces un perfecto desconocido. De hecho, O’Toole no había hecho más películas que ésta y “Los dientes del diablo”de Nicholas Ray, aquella preciosa aventura esquimal con Anthony Quinn como protagonista, y en los créditos y los carteles promocionales de Lawrence se refleja este hecho con un elocuente “and introducing”.
Es cierto que el Lawrence de O’Toole prometía una carrera que se vio en cierto modo frustrada. No podía ser de otra manera: cuando uno se estrena con una de las más grandes obras de la historia del cine, no puede esperar que el resto de su filmografía esté a ese nivel. No hay más que una de esas por cada década. La mala vida que siempre llevó tampoco ayudó precisamente, y pronto le convirtió en un actor “maldito”. Y, sin embargo, las interpretaciones inmediatamente posteriores del actor no desmerecen en absoluto la fama de excelencia que la película de Lean le había granjeado. Becket y El León en Invierno, en las que interpreta a Enrique II en dos momentos muy diferentes de su vida, son dos increíbles, dos magistrales lecciones del oficio y el arte de la interpretación. Y en las dos se batió con gigantes: el galés Richard Burton, en Becket, cuyo comedimiento realza aún más el histrionismo de O’Toole, y la maravillosa Katharine Hepburn en El León en Invierno. La dictadura de la industria hoy habría considerado una locura emparejar a un actor en la plenitud de su carrera con una actriz que le llevaba veinticinco años, y nos habría privado de un maravilloso duelo interpretativo.
El reconocimiento a su increíble modo de trabajar se ve reflejado en una apabullante lista de nominaciones: diez a los Globos de Oro (de los que ganó tres), cuatro a los Bafta (de los que ganó uno), y ocho a los Oscar, las ocho en la categoría de actor principal. Inexplicablemente, la Academia le ha negado el galardón en las ocho ocasiones, aunque sí le ha entregado un oscar honorífico a toda su carrera. Además tiene muchos otros premios y nominaciones en otros certámenes de menor repercusión, hasta un total de diecinueve premios y veinticinco nominaciones. También es Comandante de la Orden de las Artes y las Letras de Francia, el máximo reconocimiento que el país vecino puede dar a un actor.

Seguir disfrutando de su trabajo es un privilegio y un auténtico placer. Todavía llena la pantalla en cada escena en la que interviene. Incluso cuando ya había dejado atrás su mejor momento profesional, y cuando la vida le había pasado cuenta de todos sus excesos (ha estado al borde de la muerte y vive con medio estómago y sólo parte de sus intestinos) nos ha regalado interpretaciones deliciosas, como el preceptor de Pu Yi en El Último Emperador de Bertolucci. Su Príamo es lo mejor de la reciente Troya, y es difícil no conmoverse cuando le ves suplicando a Aquiles que le permita dar sepultura a Hector. Su última (hasta el momento) nominación a los Premios de la Academia y a los Globos de Oro es por su trabajo en Venus, de 2006. Cierto es que también tiene una nominación a los Razzie como Peor Actor de 1984 por su participación en Supergirl, pero ni siquiera todos los bodrios en los que también ha participado pueden empañar su brillante carrera.


Aparte de las ya mencionadas Lawrence de Arabia, Becket, El León en Invierno, El Último Emperador, Troya y Venus, recuerdo ahora sus excelentes interpretaciones en La Noche de los Generales, Adiós Mr Chips, Lord Jim, Mi año favorito,…incluso en la disparatada Qué tal, Pussy Cat. Y otras películas en las que quizá no tiene un papel tan lucido, pero que no dejan de tener su encanto, como la comedia de William Wyler Cómo robar un Millón, en la que comparte cartel con la maravillosa Audrey Hepburn. No he visto El Hombre de la Mancha, el musical sobre Don Quijote en el que al parecer muestra también innegables dotes para el canto, ni tampoco La Clase Dirigente y El Especialista, que completan la lista de sus Oscar frustrados, pero dadme tiempo.
Para quien quiera saber más, y de primera mano, sobre este fabuloso actor, tiene publicados dos tomos de sus memorias y está preparando el tercero. El título podría traducirse por “Haraganeando con empeño”.

jueves, 15 de marzo de 2007

Retrato de Jennie (Portrait of Jennie) - 1948

Directed by
William Dieterle

Writing credits
Robert Nathan (novel)

Leonardo Bercovici (adaptation)

Paul Osborn (screenplay) and
Peter Berneis (screenplay)

Ben Hecht uncredited and
David O. Selznick uncredited

Cast (in credits order) verified as complete
Jennifer Jones ... Jennie Appleton
Joseph Cotten ... Eben Adams
Ethel Barrymore ... Miss Spinney

Lillian Gish ... Mother Mary of Mercy
Cecil Kellaway ... Matthews
David Wayne ... Gus O'Toole
Albert Sharpe ... Moore (as Albert Sharp)
Henry Hull ... Eke
Florence Bates ... Mrs. Jekes (landlady)
Felix Bressart ... Pete
Clem Bevans ... Capt. Cobb
Maude Simmons ... Clara Morgan
rest of cast listed alphabetically:

Nancy Davis ... Teenager in art gallery (uncredited)
Robert Dudley ... Another old mariner (uncredited)
John Farrell ... Policeman (uncredited)

Anne Francis ... Teenager in art gallery (uncredited)
Brian Keith ... Ice-skating extra (uncredited)
Nancy Olson ... Teenager in art gallery (uncredited)
Esther Somers ... Mrs. Bunce (uncredited)

Produced by
David Hempstead .... associate producer
David O. Selznick .... producer

Original Music by
Dimitri Tiomkin
Bernard Herrmann (uncredited)

Cinematography by
Joseph H. August (as Joseph August)
Lee Garmes (uncredited)

Film Editing by
William Morgan

Production Design by
J. McMillan Johnson

Set Decoration by
Claude E. Carpenter (as Claude Carpenter)

Costume Design by
Lucinda Ballard

Production Management
Argyle Nelson .... production manager

Second Unit Director or Assistant Director
Arthur Fellows .... assistant director

Art Department
Joseph B. Platt .... associate production designer

Sound Department
James G. Stewart .... sound

Special Effects by
Clarence Slifer .... special effects

(Gracias a Imdb. Ya lo traduciré cuando tenga tiempo).



En “Retrato de Jennie”, William Dieterle compuso una fantasía que oscila entre la melancolía y la esperanza, entre el pasado y el presente, a caballo entre el sueño y la vigilia.
Obra inusual, poética, de magistrales interpretaciones, sobre ella se imponen las atmósferas, los ambientes, las sugerencias, las miradas…. Tal vez no encontremos otra película tan acabada en su fascinante perfección artística.

Es también, una película inusual en la carrera del director William Dieterle, dedicado con anterioridad películas comerciales. Nacido en Ludwigshafen, una bella ciudad alemana desaparecida con los bombardeos aliados en la Segunda Guerra Mundial, comenzó su carrera en Alemania como actor primero (debutando en el famoso Fausto de Murnau) y como director después (dirigiendo incluso a Marlene Dietrich).
Llegó a los Estados Unidos en 1930 y pronto trabajó para los estudios Warner. Allí conoció el éxito con películas como The Last Flight, The Huntchback of Notre Dame I¡ll be seeing you, la senda de los elefantes, Portrait of Jennie, Love letters, September affair y All that Money can buy. Sus mejores trabajos, sin embargo, esperarían a su asociación con una verdadera leyenda del cine, David O’Selznick. O’Selznick orientó la carrera de Dieterle hacia las películas románticas y con él rodó sus mayores éxitos.
El interés de O’Selznick en Portrait of Jennie no era puramente económico. Durante la década de los treinta apoyó la carrera de una joven promesa del cine de la que se enamoraría, y que desposaría a principios de los años cuarenta: Jennifer Jones.
Aunque Jennifer era una artista nata, creció en una familia de artistas de vodevil, su carrera cambió radicalmente cuando O’Selznick decidió convertirla en una estrella y moldearla al estilo Henry Higgins. En cuatro años consiguió que Jennifer lograra su primer y único Oscar por La Canción de Bernardette, la historia de una joven que afirma haber visto a la Virgen María.

A partir de ahí, O’Selznick diseño una carrera llena de éxitos y papeles inolvidables en películas como Since You went away, Duelo al Sol, El Pecado de Cluny Brown o Madame Bovary.
En “Retrato de Jennie”, da vida al imposible personaje de Jennie Appleton en su imposible tránsito de la niñez a la madurez.
En la película, la encontramos arropada por un plantel de excelentes actores. El protagonista se reservó para el sólido Joseph Cotten que ya había trabajado con Dieterle anteriormente. Cotten, eterno secundario de lujo en las películas de Orson Welles, recordemos Ciudadano Kane, The Magnificent Ambersons o el Tercer Hombre, borda el papel del pintor sin suerte Eben Adams, convencido de su vocación y que no quiere torcer su rumbo a pesar de las adversidades.
Por detrás de Jennifer Jones y de Joseph Cotten tenemos un grupo de secundarios de excepción, comenzando por la inigualable Ethel Barrimore en el papel de una solterona asombrada ante la peripecia de Joseph Cotten o la impagable Lilian Gish como madre superiora del convento en el que se refugia Jennifer Jones.
La atmósfera mágica de la película se ve acrecentada por la hermosísima fotografía de Joseph H. August, quien murió al final del rodaje siendo sustituido por Lee Garmes. No menos importante es la partitura compuesta por el mítico Dimitri Tiomkin, aquí adaptando la ensoñadora música de Debussy, que podemos escuchar de fondo en el visual.
Aquí termina esta presentación. Demos paso a la magia de “El Retrato de Jennie”.

lunes, 12 de marzo de 2007

My Fair Lady

La celebérrima y excelentísima Sociedad de los Amigos de la Arena, proyecta esta noche uno de los más bellos musicales de toda la historia, My Fair Lady.
Una película que reúne todas las características que definen al encanto. Es una comedia ágil, que se contempla con una imborrable sonrisa en los labios, llena de personajes entrañables e inolvidables y arropada por una partitura realmente excepcional. Si alguna vez habéis desconfiado de los musicales, la cura la encontraréis esta noche.
Está basada en la obra Pigmalión de George Bernard Shaw y refleja muchas de las preocupaciones políticas de este socialista fabiano de principios del siglo XX (otro día hablaremos de este peculiar grupo que pretendía reformar la sociedad por medio de la infiltración y en dónde sobresalía especialmente la figura de John Maynard Keynes, el famoso teórico de la economía). La historia parte de una anécdota inicial: ¿será capaz el reputadísimo Profesor Higgins de convertir a una simple y casi analfabeta florista en un perfecto ejemplar de la clase alta británica? Con este pretexto, Shaw tiene la excusa de plantear claramente el desprecio que tenía por la banalidad de la aristocracia, la importancia que concedía a la educación para el progreso personal, la relatividad de las diferencias sociales, hasta su vegetarianismo.
La película fue dirigida en 1964 por el maestro de la comedia George Cukor, director también de títulos inolvidables, como Historias de Filadelfia, la Costilla de Adán, Nacida Ayer o Ricas y famosas.
Al frente del reparto hay una pareja excepcional. Por un lado, el actor británico Rex Harrison, nacido en Lancaster en 1908 y que adquirió fama sobre todo como actor de comedia ligera. A partir de los años 40, Harrison forma pareja artística con la actriz de origen alemán Lilli Palmer, con la que se casaría, en muchas producciones cinematográficas inglesas. En el año 46 interviene en su primera película americana Ana y el Rey de Siam. En ese país, se ve envuelto en un escándalo tras el suicidio de una amante despechada, Carole Landis, que rompe su matrimonio. Su vida sentimental se convirtió entonces en una sucesión de aventuras y no conoció la estabilidad hasta el fin de su vida.
Por otro, el paradigma y pasmo de la belleza femenina: Audrey Hepburn. Tampoco Audrey era una novata cuando protagonizó esta película. Hija de un banquero inglés y una aristócrata holandesa, Audrey se interesó por la interpretación tras la segunda guerra mundial. Bailarina de formación, recibió su primera oportunidad para trabajar en el cine muy pronto y su debut fue apoteósico: protagonizó junto a Gregory Peck la famosísima Vacaciones en Roma, interpretación por la que recibió el Oscar de la Academia. Después vinieron interpretaciones inolvidables como Desayuno con diamantes junto a George Peppard, Sabrina junto a Humprey Bogart y William Holdern o Charada junto a Cary Grant. Pero de entre ellas, nos quedamos con su maravillosa interpretación de la florista Elisa Doolittle y la de su metamorfosis en auténtica emperatriz de la sofisticación.
El estilo y la elegancia de Audrey no fueron fruto de la casualidad. Su hermosa figura y su belleza natural se aliaron con el talento del modista francés Givenchy. Aquella unión supuso una auténtica revolución de la moda en los años 50 y 60.
En cualquier caso, siempre estaremos enamorados de Audrey.
En el capítulo de actores secundarios, la cosecha es inigualable. Comenzamos con Wilfrid Hyde-White, el Colonel Hugh Pickering, íntimo amigo de Higgins y especialista a su vez en lenguas exóticas. Caballero auténtico, por encima de las diferencias de educación o riqueza.
El genial cómico Stanley Holloway, que interpreta al padre de Eliza, un genio de la sofística y del escaqueo laboral, especialista catador de cerveza caliente y de lo que, en general, puedan ofrecer las mujeres. Lamentablemente para él, su exceso de sabiduría le traerá un trágico final….o eso dice él.
El pretendiente de Eliza lo interpretó Jeremy Brett, actor que conocería el éxito muy posteriormente al transmutarse en el más perfecto Sherlock Holmes de la historia, en una magnífica serie televisiva británica.
La madre de Henry Higgins fue interpretada por la estrella del cine mudo Gladis Cooper. Gladis no conoció un éxito mayor que el de My fair lady aunque se mantuvo siempre en activo como una sólida actriz de reparto.
El personaje más antipático de la comedia fue para el austriaco Theodore Bikel, que incorpora a Zoltan Karphaty. Intervino en diversas producciones, como la Reina de Africa, siempre haciendo personajes que requerían la imitación de los más diversos acentos y pronunciaciones.
Sin embargo, un musical no sería nada sin un buen libreto y una partitura excepcional: los de Alan Jay lerner y Frederick Loewe. Para nuestra maravilla, la casualidad juntó a estos dos artistas una noche en el Lambs Club de Nueva York. Alan y Frederick sólo conocieron el éxito juntos. La vida de Frederick Loewe, no obstante, fue más difícil y azarosa que la de Alan. Nacido en Viena, se educó lejos de sus padres en un internado prusiano. A los 7 años comenzó a aprender a tocar el piano por sí mismo y al llegar a la veintena decidió emigrar a los EEUU para probar fortuna. Vivió la depresión del 29 y la pobreza. Su primer musical Brigadoon, les abrió las puertas de Broadway. Continuó este éxito con su siguiente musical, Camelot, pero My Fair lady excedió cualquier expectativa. De hecho, fue el musical que duró más en escena hasta que apareció Cats. El público dormía en las aceras aledañas del teatro para conseguir su entrada y Frederick bajaba todas las noches a llevarles café. Una noche uno de aquellos hombres le preguntó que por qué lo hacía, a lo que Fredecick repuso: es que soy el autor. El otro le miró de arriba abajo y dijo desdeñoso: ya, y yo el rey de Dinamarca.
En el capítulo técnico, resaltaremos la impecable fotografía de Harry Stradling ganador de dos Oscar.


domingo, 11 de marzo de 2007

Witness for the Prosecution (Testigo de Cargo)




Año: 1958Director: Billy WilderIntérpretes: Tyrone Power, Marlene Dietrich, Charles Laughton, Elsa Lanchester, John Williams, Henry Daniell, Ian Wolfe, Torin Thatcher
Duración: 116’Calificación Moral: Autorizada para todos los públicos
Distribuidora:
Producción: Arthur Hornblow Jr., Edward Small BASADA EN UNA OBRA DE ÁGATA CHRISTIE


DIRECCIÓN DE LA PELÍCULA: Billy Wilder.

Samuel Wilder, más conocido como Billy Wilder (Sucha, Austria, 22 de junio de 1906 - Hollywood, Estados Unidos, 27 de marzo de 2002) fue un director de cine estadounidense de origen austríaco. Nació en Sucha, en el entonces todavía Imperio Austrohúngaro.

Wilder pasó su infancia y su juventud en Austria. Su primer trabajo fue como cronista en el periódico austriaco Juranek. Continuó trabajando como cronista en Berlín, teniendo que alternar esta ocupación con otras para sobrevivir. Allí se aficionó al cine, tras ver diversas películas que le impresionaron hondamente. Una de ellas fue El acorazado Potemkin, de Sergei Eisenstein. Entró a trabajar para la UFA donde conoció a los grandes directores del momento.

Tras la subida al poder de Hitler, Wilder se vio obligado a abandonar Berlín, debido a su ascendencia judía. Su madre moriría en los campos de concentración de Auschwitz. Estuvo en París y, desde allí, en 1934 se trasladó a Estados Unidos, junto al actor Peter Lorre. Wilder y Lorre compartieron apartamento, hambre y momentos muy difíciles durante una temporada. Allí comenzó a trabajar como guionista para la Paramount, y tuvo la ocasión de colaborar con Ernst Lubitsch, su gran maestro. El día de su funeral dijo: "Nos hemos quedado sin Lubitsch. Peor aún, nos hemos quedado sin las películas de Lubitsch".

Como guionista, Wilder escribió 60 películas. Como director, realizó 26 películas. Fue galardonado con siete Oscar tras haber sido nominado en 21 ocasiones.

En 1981 dirigió su última película, Aquí, un amigo. A partir de entonces las compañías aseguradoras ya no querían asegurar películas suyas debido a su avanzada edad. Murió 21 años más tarde a la edad de 95 años en su residencia de Beverly Hills, a causa de una neumonía.

Algunas de sus películas más aclamadas son “Con faldas y a lo loco” (Some like it hot), propuesta para 6 oscars de los que sólo se llevó el de vestuario, donde dirigió en 1959, a Marilyn Monroe, Jack Lemmon y Tony Curtis en una desopilante comedia, “El Apartamento” The Apartament), de 1960, ganadora del oscar a la mejor película y director junto con otros tres más, con Jack Lemmon y Shirley McLaine, o Irma la Dulce (Irma, La Douce, 1963 United Artists, con Jack Lemmon y Shirley Mc Laine)

EL TRÍO PROTAGONISTA:

Charles Laughton:


Nacido en Scarborough, Yorkshire, el 1 de Julio de 1899, falleció en Los Angeles, California, el 15 de Diciembre de 1962, víctima de un cáncer. Desde 1950 era ciudadano estadounidense. Tras combatir en la IGM, empieza a intervenir en algunos espectáculos teatrales de rango local, a pesra dde que parecía destinado a continuar administrando los negocu¡ios de su familia.

Poco después se inscribe en la Royal Academy of Dramatic Arts, siendo premiado con la Bancroft Gold Medal. Debutó profesionalmente en el teatro en 1926. Dos años más tarde efectuará su primera incursión en el cine, apareciendo en numerosas ocasiones en la pantalla hasta la fecha de su muerte. En 1933 obtuvo un Oscar por su labor interpretativa en el filme "The private life of Henry VIII". En 1955 rodaría su primera y única película como director: The night of the Hunter. Laughton estuvo casado, desde 1929, con la actriz Elsa Lanchester.

Tyrone Power:


Power nació en Cinncinatti, en el estado norteamericano de Ohio, el 5 de mayo de 1914. Su bagaje interpretativo comenzó muy temprano en producciones llevadas a cabo por sus progenitores y en el teatro. A medida que iba creciendo, el joven Tyrone demostró unas excelentes cualidades como actor. Gracias a su atractivo como protagonista de películas de argumento romántico y aventurero, fue contratado por la todopoderosa productora 20th Fox. A través de esta empresa cinematográfica consiguió llegar a ser uno de los artistas más valorados de los años 30 y 40.
Las películas más importantes de Tyrone Power son las que protagoniza con su director más habitual, Henry King, como por ejemplo, "Lloyds de Londres", "Chicago" o "Tierra de Audaces". Uno de sus papeles más recordados fue el que encarnó en "El signo del Zorro", así como el de "Sangre y arena", ambos filmes de Rouben Mamoulian. La carrera de Power se vio interrumpida por el estallido de la Segunda Guerra Mundial, ya que el actor se prestó a servir en la Marina estadounidense y, al volver a las pantallas, no volvió a encandilar a su público. De todos modos, en esta época se sitúan muchos de sus mejores papeles en películas como "El callejón de las almas perdidas" o "Testigo de cargo".
Tyrone Power murió en Madrid a los 44 años como consecuencia de una dolencia cardiaca mientras rodaba la peícula "Salomón y la reina de Saba". Fue sustituido por otro gran sex symbol de la época, Yul Brinner. Toda la saga del actor ha intentado probar suerte en diferentes carreras relacionadas con el cine o la música, pero siempre han estado bastante alejados del éxito de Power. Tyrone contrajo matrimonio tres veces y su relación más duradera fue con la actriz Annabella. En el mundo hollywoodiense, la homosexualidad y la bisexualidad no eran conocidas para la opinión pública, pero sí era muy habitual y de Tyrone Power se ha afirmado que estaba dentro del grupo de actores que no hizo ascos a las prácticas sexuales con otros hombres. Entre las distintas historias se cuenta que el mismo Errol Flynn le tiró los tejos y el excéntrico multimillonario Howard Hugues afirmó haber tenido un pequeño romance con el actor que dió vida a El Zorro.
Dos días después de su muerte, el cuerpo de Tyrone fue trasladado a California, y a su entierro acudieron cerca de 150 personas, todos del círculo más íntimo del actor. La iglesia católica se negó a llevar a cabo la misa, argumentando que el impedimento eran los divorcios de Power. Los restos del actor se encuentran en el Cementerio Hollywood Forever (sección 8) y en su tumba reza el siguiente párrafo extraído de la obra Hamlet, de William Shakespeare: "Buenas noches, dulce príncipe..."

Marlene Dietrich:

Hija de un oficial de la policía de la aristocracia prusiana y descendente de joyeros. Fue sometida a una estricta educación y pronto demostró sus magníficas aptitudes para la música y el canto. Empezó estudiando piano, para pasarse más tarde al violín, del que pensaba seriamente convertirse en una concertista. Formó su nombre artístico con las dos últimas sílabas de sus nombres de pila. Mientras estudiaba arte drámatico tuvo la oportunidad de hacer pequeños papeles en obras teatrales y en películas mudas alemanas. Un año más tarde es seleccionada para un papel en "Tragedia de amor", película que marcará sus verdaderos inicios artísticos.

Su gran oportunidad en el cine le llega con el personaje de Lola-lola de "El ángel azul", y con él se cruza en su vida el diretor Josef von Sternberg, su "pigmalión" y eterno enamorado.

Josef von Sterberg la convirtió en mito erótico y en mujer fatal. Con él se le abrieron los caminos del nuevo mundo y de su mano entró en el cine americano. En Hollywood la convirtió en estrella con personalidad propia (la hizo adelgazar 15 kilos y le cambió el maquillaje para acentuar la palidez de su rostro). Este director la dirigió en siete películas.
En 1938 le llegó una oferta de Adolf Hitler con unas condiciones fabulosas pero Marlene Dietrich la rechazó haciendo patente su antinazismo. El ejército alemán nunca le perdonó que cantara a los norteamericanos y después de su muerte su tumba ha sido profanada por fanáticos nazis que dejaron en ella dibujos de cruces gamadas.

Se casó una sola vez (con Rudolf Sieber, quien también trabajaba en el mundo cinematográfico como ayudante de dirección y de ese matrimonio nació su única hija, María, apodada Heidede. Mantuvo numerosos romances tanto con hombres como con mujeres que causaron notable escándalo. A finales de 1939, Marlene conoce en París a Jean Gabin y vive con él uno de sus más intensos romances, que finalizó después de rodar "La bella extranjera".

La última película que rodó fue "Gigolo" de David Hemmings en 1978.

sábado, 3 de marzo de 2007

El Hombre Tranquilo (The Quiet Man)


EL HOMBRE TRANQUILO


TITULO ORIGINAL The Quiet Man
AÑO 1952
DURACIÓN 129 min.
PAÍS
DIRECTOR John Ford
GUIÓN Frank S. Nugent
MUSICA Victor Young
FOTOGRAFÍA Winton C. Hoch & Archie Stout
REPARTO John Wayne, Maureen O'Hara, Barry Fitzgerald, Ward Bond, Victor McLagen, Jack MacGowran, Arthur Shields, Mildred Natwick
PRODUCTORA Republic Pictures
OSCAR Y NOMINACIONES: Oscar al mejor director y a la mejor fotografía en color. Nominaciones a mejor película, mejor actor de reparto para Victor McLaglen, mejor sonido, mejor guión y mejor dirección artística.

Ese año, las otras nominadas fueron Solo ante el peligro (por la que Gary Cooper ganó su Oscar), Ivanhoe, Moulin Rouge (la maravillosa película de Huston sobre la vida de Tolouse Lautrec) y la ganadora El Mayor Espectáculo del Mundo, una superproducción circense protagonizada por Charlton Heston, que demostró el escaso criterio de los votantes de la Academia aquel año.


Resulta sorprendente descubrir que John Ford —el maestro del western— ganara todos sus Oscars en películas que nada tienen que ver con los indios y vaqueros: El delator (The informer, 1935), Qué verde era mi valle (How green was my valley, 1940), Las uvas de la ira (The grapes of wrath, 1940) y El hombre tranquilo (1952).


John Wayne firma uno de los mejores papeles de su carrera. Incomprensiblemente ni siquiera fue merecedor de una nominación; el Oscar se le resistiría aún muchos años más. De hecho, sólo había sido nominado una vez en su ya larga carrera, por Arenas Sangrientas, de 1949, (La Diligencia es de 1939, pero él llevaba haciendo películas desde 1930) y sólo volvieron a proponerlo por Valor de Ley, de 1969. En esta ocasión sí lo ganó, arrebatándoselo, entre otros, a Peter O'Toole, que competía con Adios Mr Chips, y que lo perdía por cuarta vez en tan solo ocho años tras Lawrence de Arabia, Becket y El León en Invierno. Y aún tendría que perderlo en otras cuatro ocasiones. Los otros competidores de Wayne en esta ocasión fueron Dustin Hoffman, Richard Burton y el novato Jon Voight. El Duque también pudo haber ganado la preciada estatuilla en 1970 por El Álamo, aunque esta vez como director. Fue Billy Wilder el que se la arrebató en aquella ocasión, con la inolvidable El Apartamento.

La pareja Wayne-O'Hara funcionó a la perfección. Fue su segunda película juntos, después de Río Grande (1950), y no sería la última pues rodarían juntos cinco en total, tres de ellas con Ford.


El realismo del rodaje en ocasiones superó la ficción. Según se cuenta, durante el rodaje se produjo una anécdota que explica perfectamente el carácter pícaro y superirlandés del director. Llamó a John Wayne y le dijo que Victor McLaglen no estaba hablando bien de él y que además su personaje se estaba alzando con el protagonismo de la cinta. Del mismo modo llamó a McLaglen y le dijo algo parecido acerca de Wayne. Los resultados de tales confidencias no se hicieron esperar. En la escena de la lucha entre los dos, el realismo superó la ficción. McLaglen acabó con una pequeña conmoción y John Wayne con dos fracturas en las costillas. Y tan amigos. La escena, eso sí, no tiene desperdicio.

Para los amigos de los gazapos hay algunas curiosidades, como el hecho de que la alianza de casado de John Wayne sea visible a lo largo de toda la película, incluso antes de la escena en la que conoce a Mary Kate. O el hecho de que los gaiteros usen gaitas escocesas, al parecer perfectamente diferenciables de la gaita irlandesa. Algo relativo al peinado de Mary Kate en la escena de la Misa. Y, por último, en la escena de la pelea, cundo echan agua sobre la cara de John Wayne, se le oye decir “Thanks”, pero sus labios no se mueven. Ignoro si este error se conserva en la versión doblada.

La labor de los secundarios es magnífica. El nominado Victor McLaglen está perfecto en su papel del pelirrojo Danaher, pero también Barry Fitzgerald, a quien hemos visto en Qué verde era mi valle o en Siguiendo mi camino, borda al metomeentodo Michaeleen Flynn. Los curas católicos (su presencia en las películas con temática irlandesa suele ser fundamental, La Hija de Ryan de David Lean es otro ejemplo en este sentido) y el pastor protestante, o la viuda Tillane, completan una galería de personajes que evoca lo más idílico de la añorada patria de Ford, cuyo nombre de pila, por cierto, era Sean y no John.

viernes, 2 de marzo de 2007

El Guateque (The Party)










Ficha Técnica:

Ficha Artística:


Peter Sellers Hrundi V. Bashki

Claudine Longet .... Michele Monet

Natalia Borisova .... Bailarina

Jean Carson .... Nancy

Marge Champion .... Rosalind Dunphy

Al Checco .... Bernard Stein

Corinne Cole .... Janice Kane

Dick Crockett .... Wells

Frances Davis .... Criada

Danielle De Metz .... Stella D'Angelo

Herbert Ellis .... Director

Paul Ferrara .... Ronnie Smith

Steve Franken .... Levinson

Kathe Green .... Molly Clutterbuck

Esta película fue improvisada a partir de un esbozo de 56 páginas. (Un guión cinematográfico suele tener en torno a 120 páginas). Todas las escenas están rodadas por orden y cada una construida (improvisada) a partir de la anterior. Los productores conectaron a la cámara Panavision con la que se filmaba la película una pequeña video cámara que permitía a los actores y técnicos revisar lo que acababan de rodar en cada momento.

Es la única colaboración de Blake Edwards y Peter Sellers fuera de la saga de La Pantera Rosa.

Se trata posiblemente de la mejor muestra del humor absurdo de su director, productor y guionista, Edwards, conocido, además de por ella y por la ya mencionada serie del inspector Clouseau, por otras comedias de la talla de “Víctor o Victoria” (que protagoniza su mujer en la vida real, Julie Andrews) o Cita a Ciegas, por algunos fiascos como “10, la mujer perfecta”, y, sobre todo, por la legendaria “Desayuno con Diamantes”, en la que contó por primera vez con la colaboración del más cool de los compositores del Hollywood de la época: Henry Mancini. Fruto de esta colaboración son melodías tan inolvidables como Moon River o The Pink Panther Theme. Edwards también es productor y autor del guión de muchas de estas películas. Una obra nada despreciable del director, y que sorprende por alejarse absolutamente de su temática habitual, es “Días de Vino y Rosas”, el drama sobre el alcoholismo protagonizado por Jack Lemmon y Lee Remick.

El gusto de Edwards por las escenas de interiores abarrotados de gente, donde el humor se busca en situaciones disparatadas y desastrosas, se lleva al paroxismo en El Guateque, pero se puede apreciar también (y reconocer sin lugar a dudas la mano del director) en algunas escenas de las películas citadas: en la pelea en la sala de fiestas de Victor o Victoria, en muchos de los gags de Cita a Ciegas, y en la disparatada y divertidísima escena de la fiesta en casa de Holly Golightly, de Desayuno con Diamantes, claramente precursora de nuestra cita de esta noche.

En cuanto a los actores, si no fuera por la impagable presencia de Levinson, el camarero borracho (Steve Franken), se podría decir que la película entera es Peter Sellers, un excelente actor, muy versátil, a menudo infrautilizado, y que presenta aquí una de sus mejores realizaciones, aunque no se pueden olvidar sus dos colaboraciones con Kubrick, Lolita y Teléfono Rojo: volamos hacia Moscú, que se convirtieron a su vez en dos de las mejores obras del a partes iguales controvertido y aclamado director. Por su parte, la coprotagonista de Sellers, Claudine Longet, cantante bastante popular en los años 60, protagonizó, pese a su angelical aspecto, un escabroso episodio en 1976, cuando fue acusada del asesinato de su amante, el esquiador olímpico Vladimir Sabich. Aunque finalmente fue absuelta del delito de asesinato, fue condenada por negligencia criminal (ella alegó que el arma se le había disparado accidentalmente) a un mes de prisión. Cuando terminó de cumplir su condena se marchó con su abogado, que abandonó a su mujer y a sus hijos por ella, y acabó casándose con él. Actualmente viven juntos en Aspen, el mismo lugar que fue escenario de la muerte de Sabich. Longet nunca volvió a actuar.