La celebérrima y excelentísima Sociedad de los Amigos de la Arena, proyecta esta noche uno de los más bellos musicales de toda la historia, My Fair Lady.
Una película que reúne todas las características que definen al encanto. Es una comedia ágil, que se contempla con una imborrable sonrisa en los labios, llena de personajes entrañables e inolvidables y arropada por una partitura realmente excepcional. Si alguna vez habéis desconfiado de los musicales, la cura la encontraréis esta noche.
Está basada en la obra Pigmalión de George Bernard Shaw y refleja muchas de las preocupaciones políticas de este socialista fabiano de principios del siglo XX (otro día hablaremos de este peculiar grupo que pretendía reformar la sociedad por medio de la infiltración y en dónde sobresalía especialmente la figura de John Maynard Keynes, el famoso teórico de la economía). La historia parte de una anécdota inicial: ¿será capaz el reputadísimo Profesor Higgins de convertir a una simple y casi analfabeta florista en un perfecto ejemplar de la clase alta británica? Con este pretexto, Shaw tiene la excusa de plantear claramente el desprecio que tenía por la banalidad de la aristocracia, la importancia que concedía a la educación para el progreso personal, la relatividad de las diferencias sociales, hasta su vegetarianismo.
La película fue dirigida en 1964 por el maestro de la comedia George Cukor, director también de títulos inolvidables, como Historias de Filadelfia, la Costilla de Adán, Nacida Ayer o Ricas y famosas.
Al frente del reparto hay una pareja excepcional. Por un lado, el actor británico Rex Harrison, nacido en Lancaster en 1908 y que adquirió fama sobre todo como actor de comedia ligera. A partir de los años 40, Harrison forma pareja artística con la actriz de origen alemán Lilli Palmer, con la que se casaría, en muchas producciones cinematográficas inglesas. En el año 46 interviene en su primera película americana Ana y el Rey de Siam. En ese país, se ve envuelto en un escándalo tras el suicidio de una amante despechada, Carole Landis, que rompe su matrimonio. Su vida sentimental se convirtió entonces en una sucesión de aventuras y no conoció la estabilidad hasta el fin de su vida.
Por otro, el paradigma y pasmo de la belleza femenina: Audrey Hepburn. Tampoco Audrey era una novata cuando protagonizó esta película. Hija de un banquero inglés y una aristócrata holandesa, Audrey se interesó por la interpretación tras la segunda guerra mundial. Bailarina de formación, recibió su primera oportunidad para trabajar en el cine muy pronto y su debut fue apoteósico: protagonizó junto a Gregory Peck la famosísima Vacaciones en Roma, interpretación por la que recibió el Oscar de la Academia. Después vinieron interpretaciones inolvidables como Desayuno con diamantes junto a George Peppard, Sabrina junto a Humprey Bogart y William Holdern o Charada junto a Cary Grant. Pero de entre ellas, nos quedamos con su maravillosa interpretación de la florista Elisa Doolittle y la de su metamorfosis en auténtica emperatriz de la sofisticación.
El estilo y la elegancia de Audrey no fueron fruto de la casualidad. Su hermosa figura y su belleza natural se aliaron con el talento del modista francés Givenchy. Aquella unión supuso una auténtica revolución de la moda en los años 50 y 60.
En cualquier caso, siempre estaremos enamorados de Audrey.
En el capítulo de actores secundarios, la cosecha es inigualable. Comenzamos con Wilfrid Hyde-White, el Colonel Hugh Pickering, íntimo amigo de Higgins y especialista a su vez en lenguas exóticas. Caballero auténtico, por encima de las diferencias de educación o riqueza.
El genial cómico Stanley Holloway, que interpreta al padre de Eliza, un genio de la sofística y del escaqueo laboral, especialista catador de cerveza caliente y de lo que, en general, puedan ofrecer las mujeres. Lamentablemente para él, su exceso de sabiduría le traerá un trágico final….o eso dice él.
El pretendiente de Eliza lo interpretó Jeremy Brett, actor que conocería el éxito muy posteriormente al transmutarse en el más perfecto Sherlock Holmes de la historia, en una magnífica serie televisiva británica.
La madre de Henry Higgins fue interpretada por la estrella del cine mudo Gladis Cooper. Gladis no conoció un éxito mayor que el de My fair lady aunque se mantuvo siempre en activo como una sólida actriz de reparto.
El personaje más antipático de la comedia fue para el austriaco Theodore Bikel, que incorpora a Zoltan Karphaty. Intervino en diversas producciones, como la Reina de Africa, siempre haciendo personajes que requerían la imitación de los más diversos acentos y pronunciaciones.
Sin embargo, un musical no sería nada sin un buen libreto y una partitura excepcional: los de Alan Jay lerner y Frederick Loewe. Para nuestra maravilla, la casualidad juntó a estos dos artistas una noche en el Lambs Club de Nueva York. Alan y Frederick sólo conocieron el éxito juntos. La vida de Frederick Loewe, no obstante, fue más difícil y azarosa que la de Alan. Nacido en Viena, se educó lejos de sus padres en un internado prusiano. A los 7 años comenzó a aprender a tocar el piano por sí mismo y al llegar a la veintena decidió emigrar a los EEUU para probar fortuna. Vivió la depresión del 29 y la pobreza. Su primer musical Brigadoon, les abrió las puertas de Broadway. Continuó este éxito con su siguiente musical, Camelot, pero My Fair lady excedió cualquier expectativa. De hecho, fue el musical que duró más en escena hasta que apareció Cats. El público dormía en las aceras aledañas del teatro para conseguir su entrada y Frederick bajaba todas las noches a llevarles café. Una noche uno de aquellos hombres le preguntó que por qué lo hacía, a lo que Fredecick repuso: es que soy el autor. El otro le miró de arriba abajo y dijo desdeñoso: ya, y yo el rey de Dinamarca.
En el capítulo técnico, resaltaremos la impecable fotografía de Harry Stradling ganador de dos Oscar.
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3 comentarios:
Incluso sin el texto, magnífico.
Me reafirmo (a colación de un comentario que me hizo Remington Steel) en mi opinión. Nuestra Sociedad Gastronómico Cinéfila es un planazo y rever laspresentaciones una idea genial. Como no confío en que Kiko vaya a ponernos una, empiezo a organizar la siguiente para...el primer fin de semana tras Semana Santa como mucho. Como decía no se quién ¡Qué grande es el cine y las gambas al ajillo!
¿Dónde ha ido el vídeo?
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