sábado, 3 de marzo de 2007

El Hombre Tranquilo (The Quiet Man)


EL HOMBRE TRANQUILO


TITULO ORIGINAL The Quiet Man
AÑO 1952
DURACIÓN 129 min.
PAÍS
DIRECTOR John Ford
GUIÓN Frank S. Nugent
MUSICA Victor Young
FOTOGRAFÍA Winton C. Hoch & Archie Stout
REPARTO John Wayne, Maureen O'Hara, Barry Fitzgerald, Ward Bond, Victor McLagen, Jack MacGowran, Arthur Shields, Mildred Natwick
PRODUCTORA Republic Pictures
OSCAR Y NOMINACIONES: Oscar al mejor director y a la mejor fotografía en color. Nominaciones a mejor película, mejor actor de reparto para Victor McLaglen, mejor sonido, mejor guión y mejor dirección artística.

Ese año, las otras nominadas fueron Solo ante el peligro (por la que Gary Cooper ganó su Oscar), Ivanhoe, Moulin Rouge (la maravillosa película de Huston sobre la vida de Tolouse Lautrec) y la ganadora El Mayor Espectáculo del Mundo, una superproducción circense protagonizada por Charlton Heston, que demostró el escaso criterio de los votantes de la Academia aquel año.


Resulta sorprendente descubrir que John Ford —el maestro del western— ganara todos sus Oscars en películas que nada tienen que ver con los indios y vaqueros: El delator (The informer, 1935), Qué verde era mi valle (How green was my valley, 1940), Las uvas de la ira (The grapes of wrath, 1940) y El hombre tranquilo (1952).


John Wayne firma uno de los mejores papeles de su carrera. Incomprensiblemente ni siquiera fue merecedor de una nominación; el Oscar se le resistiría aún muchos años más. De hecho, sólo había sido nominado una vez en su ya larga carrera, por Arenas Sangrientas, de 1949, (La Diligencia es de 1939, pero él llevaba haciendo películas desde 1930) y sólo volvieron a proponerlo por Valor de Ley, de 1969. En esta ocasión sí lo ganó, arrebatándoselo, entre otros, a Peter O'Toole, que competía con Adios Mr Chips, y que lo perdía por cuarta vez en tan solo ocho años tras Lawrence de Arabia, Becket y El León en Invierno. Y aún tendría que perderlo en otras cuatro ocasiones. Los otros competidores de Wayne en esta ocasión fueron Dustin Hoffman, Richard Burton y el novato Jon Voight. El Duque también pudo haber ganado la preciada estatuilla en 1970 por El Álamo, aunque esta vez como director. Fue Billy Wilder el que se la arrebató en aquella ocasión, con la inolvidable El Apartamento.

La pareja Wayne-O'Hara funcionó a la perfección. Fue su segunda película juntos, después de Río Grande (1950), y no sería la última pues rodarían juntos cinco en total, tres de ellas con Ford.


El realismo del rodaje en ocasiones superó la ficción. Según se cuenta, durante el rodaje se produjo una anécdota que explica perfectamente el carácter pícaro y superirlandés del director. Llamó a John Wayne y le dijo que Victor McLaglen no estaba hablando bien de él y que además su personaje se estaba alzando con el protagonismo de la cinta. Del mismo modo llamó a McLaglen y le dijo algo parecido acerca de Wayne. Los resultados de tales confidencias no se hicieron esperar. En la escena de la lucha entre los dos, el realismo superó la ficción. McLaglen acabó con una pequeña conmoción y John Wayne con dos fracturas en las costillas. Y tan amigos. La escena, eso sí, no tiene desperdicio.

Para los amigos de los gazapos hay algunas curiosidades, como el hecho de que la alianza de casado de John Wayne sea visible a lo largo de toda la película, incluso antes de la escena en la que conoce a Mary Kate. O el hecho de que los gaiteros usen gaitas escocesas, al parecer perfectamente diferenciables de la gaita irlandesa. Algo relativo al peinado de Mary Kate en la escena de la Misa. Y, por último, en la escena de la pelea, cundo echan agua sobre la cara de John Wayne, se le oye decir “Thanks”, pero sus labios no se mueven. Ignoro si este error se conserva en la versión doblada.

La labor de los secundarios es magnífica. El nominado Victor McLaglen está perfecto en su papel del pelirrojo Danaher, pero también Barry Fitzgerald, a quien hemos visto en Qué verde era mi valle o en Siguiendo mi camino, borda al metomeentodo Michaeleen Flynn. Los curas católicos (su presencia en las películas con temática irlandesa suele ser fundamental, La Hija de Ryan de David Lean es otro ejemplo en este sentido) y el pastor protestante, o la viuda Tillane, completan una galería de personajes que evoca lo más idílico de la añorada patria de Ford, cuyo nombre de pila, por cierto, era Sean y no John.

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