martes, 17 de abril de 2007

300. Una excusa para mirar a la historia. Introducción.

Una película nos ha traído al recuerdo la batalla de las Termópilas. Por sólo eso sería una buena obra. Las guerras médicas siempre han sido mis favoritas. Es difícil describir (bueno, si no se me conoce) el impacto que tuvo en mí la lectura de la Historia de Heródoto, cuántas “batallitas” saqué de ella, cuánto aprendí. Cual Bilbo Bolsón, Heródoto escribe la historia de una ida y una vuelta en la que habló con cuantas personas tenían algo que contar. Para que nada se perdiera, porque la experiencia de unos hombres es nutriente para el futuro de otros. ¡Ah, qué historias! ¡Qué descripciones de pueblos, de costumbres, de tácticas, de políticas! De todo hay en ese magnífico libro.
Heródoto es nuestra fuente directa, ¿única?, de conocimiento de la formidable confrontación entre el mundo persa y el occidente de la hélade. Jerjes, el descendiente de Ciro, Cambises y Dario quiere también su porción de gloria y, recién nombrado rey, reúne a los notables de Persia:
“Me propongo tender un puente sobre el Helesponto y conducir un ejército contra Grecia a través de Europa, para castigar a los atenienses por todos los contratiempos que ya han causado a los persas y, concretamente, a mi padre.”

La derrota en Maratón le escuece profundamente a Jerjes y se ve reinando sobre el mundo: “el sol ya no verá a su paso ninguna nación, ninguna, que limite con la nuestra”

Los preparativos de la expedición fueron extraordinarios: se cavaron canales para que no se tuvieran que arrastrar las trirremes por tierra; se establecieron diversos emplazamientos para los depósitos de víveres; se construyeron dos puentes de 2 kilómetros sobre el Helesponto con una doble línea de navíos, grandes anclas para ellos, tendido de cables de esparto de 151 toneladas cada uno y construcción de una gran pasarela…
El ejército era el más grande conocido por la historia hasta ese momento. El ejército de tierra suma un millón setecientos mil hombres dice Heródoto. “A su recuento se procedió de la siguiente manera: reunieron en un lugar determinado a diez mil hombres, los apiñaros todo lo que pudieron y, acto seguido, trazaron a su alrededor un círculo que los englobaba.” Tras construir una cerca en ese perímetro, fueron haciendo pasar a todo el ejército para contarlo. Ya sabemos que Heródoto exageraba. Ciento ochenta mil hombres parece que es la cifra más exacta del contingente terrestre. Los pueblos que los formaban eran casi infinitos: medos, cisios, hircanios, asirios, bactrios, sacas, indios, arios, partos, corasmios, sordos, gandarios, dadicas, caspios, sarangas, pacties, utios, micos, paricanios, árabes, etíopes, libios, paflagonios, ligures, matienos, mirandinos, sirios, frigios, lidios, misios, tracios, lasonios, cabeleos, milias, moscos., tibarenos, macrones, mosinecos, mares, colcos, alarodios, saspires… y persas, y entre ellos, los diez mil inmortales. Los persas se distinguían por “la enorme cantidad de objetos de oro que portaban. Además, llevaban consigo harmámaxas, en las que viajaban sus concubinas y una servidumbre numerosa”.
Muchos de esos pueblos eran jinetes y formaban un cuerpo de caballería de ochenta mil hombres, dice Heródoto. En el mar, mil dos cientas siete trirremes. La contabilidad total de Heródoto sube el número a cinco millones doscientos ochenta y tres mil doscientos veinte hombres.
De pronto, tiene un arranque literario: Jerjes manda llamar a Demarato, un rey griego al que tiene prisionero, y le pregunta “¿los griegos se atreverán a ofrecerme resistencia?” Ante la petición de sinceridad, Demarato responde con un elogio de los griegos en general. Sin embargo hay unos griegos en concretos, los Lacedemonios que “jamás aceptarán tus condiciones, que representan esclavitud para Grecia; pero, además, es que saldrán a hacerte frente en el campo de batalla, aunque los demás griegos abracen en su totalidad tu causa. Y, respecto a su número, no preguntes cuántos deben ser para poder adoptar semejante actitud; pues, si se da la circunstancia de que son mil quienes integran su ejército, esos mil lucharán contra ti, y lo mismo harán tanto si son menos como si son más.”
Como sabemos, en las Termópilas fueron 3100 griegos, pero sólo 300 lacedemonios, la guardia real, 100 por cada una de las tribus espartanas. 300 espartiatas con descendientes masculinos.
Sólo 300.

5 comentarios:

remington steel dijo...

Me ha encantado. Ahora, escribe un post sobre la peli, que, en principio, me da bastante pereza, por lo del comic y tal.

Michaeleen Flyn dijo...

Yo ni he visto el comic ni la película. Lo que he oido a un comentarista de este blog es que enfrenta una civilización de principios y de valor a una absolutamente degenerada, viciosa y depravada. Y asombrosamente para los tiempos actuales los "buenos", los que valen la pena, son los primeros. Si es así y están dispuestos a mostrar que empeñar la vida en algo más que el propio interés o placer también vale la pena, creo que la peli mereceuna valoración positiva. Aunque no se pueda ver en la sociedad hasta dentro de 10 años. Por cierto tampoco hemos visto nada de cine épico o de ciencia ficción. No os animáis?

Carmen dijo...

Plas, plas, plas Oki Doki, maravillosa exposicion. Sergio tiene muchas ganas de ver la peli pero yo he decir que no me apetec tanto. Ya os dire si consigo terminarla o me quedo frita en el sofa.
Por cierto, cuales son las normas de la sociedad???? Mas que nada por no infringirlas ;) Por que no se pueden ver pelis de menos de 10 anhos??? Y se pueden comentar aunque no se puedan ver en comandita?

remington steel dijo...

Sí, las películas que vemos juntos tienen que tener más de diez años. Pero para comentar, se puede comentar lo que quieras. Y en cuanto a si te traes alguna peli de los estates, propón tú.

Michaeleen Flyn dijo...

En realidad creo que deberíamos recoger las normas (muchas o pocas) en algún lado para que todos las conociésemos. Y si hay normas para el blog, también. ¿Qué os parece? ¿Quién lo hace?