viernes, 20 de abril de 2007

300, The Movie.


Pero hablemos de cine. 300, como película, nos presenta un nuevo experimento de fusión del cómic con el cine, o mejor dicho, la transposición de la estética narrativa de los cómic de Frank Miller al cine. Yo estos tebeos del tal Miller no los he visto nunca, y hay que ver todo el cómic que he leído yo (desde Mortadelo y Filemón hasta Metal Hurlant), pero ya conocía propuestas parecidas en cuanto al uso de sombras, oscuridades, claroscuros y luces deslumbrantes. Un ejemplo, si bien alejado de la Miller-estética, pero no del abuso de tinta china, son las historietas de Breccia, según creo recordar. Hace unos días me hice con una copia de Sin City, (violento, irregular, enfermo y prescindible cómic cinematográfico -que, sin embargo, debió tener éxito en taquilla-) para verificar el carácter de esta estética.

En mi opinión, lo que resulta interesante de ambas películas, algo que las hace especiales, es lo que anticipan: las dos son una invitación a expresar historias con pautas narrativas y visuales distintas de las que son usuales, o sea, que pronto le saldrán imitadores y me preveo un abuso de estos códigos igual que ocurrió con Matrix.

Desde lo cinematográfico, creo que 300 es espectacular pero vacía. Es pura estética y cámaras super lentas. Como manduca resulta un poco poco, y ofreciendo sólo eso la película moriría en nuestra memoria en el mismo momento en que abandonamos la sala de proyección. Para su fortuna, cuenta con la baza infalible de una épica real y no ficticia. De unos hechos que realmente ocurrieron y que calificaban un modo superior de vivir como hombres. Releyendo a Heródoto hay que reconocer que Miller no se inventa mucho. Bueno, tal vez, por ponerle un pero, cuando al principio de la historia los heraldos de Jerjes son lanzados a un pozo por los espartanos, habría que advertir que esto pasó con Darío y mucho tiempo antes.

Pero hay más. Bastante sorprendente me pareció que la historia, ya fuera por responsabilidad del director o de Miller, se regodeara en hacer tan inmensa la distancia entre espartanos y persas, con exageración casi caricaturesca. En el espartano hay una rectitud de obra y pensamiento que le impide dar un paso atrás frente a la injusticia de la invasión persa. Las leyes espartanas, que entrelazan las vidas de la comunidad, se sitúan por encima de la voluntad de cada individuo. El honor, el amor a la patria, a la verdad, el sacrificio de la vida si es necesario, están de manera muy patente y explícita en la película.

¿Y enfrente, qué se le opone al espartiata? Lisamente, la degeneración. Desde el fantoche gigantesco de Jerjes a las prostitutas de su lupanar, la gran multitud persa es descrita como una abominación de seres abandonados a la tentación, solicitados por la codicia de lo material. Son repugnantes a pesar de sus oropeles y adornos, de su fastuosidad, de los ricos ropajes, de las joyas. Y el más repugnante de todos es el propio Jerjes, el tentador, el que abraza en una escena central de la película los hombros del Rey Leónidas para susurrarle: adórame y yo te haré el más importante de los hombres de Grecia, sólo me tendrás a mí por encima.

Este contraste, tan intencionadamente presentado, me resultó casi conmocionador. Uno no está acostumbrado a ver discursos tan explícitamente no correctos en nuestros tiempos. Esto no es talante ni es nada. O sí. Para los usos contemporáneos, quizá estemos ante una novedosa pedagogía que nos haga recuperar un poco de cordura sobre cómo se construye la justicia y qué puede exigirnos. Y es vista así que la película comenzó a gustarme.

6 comentarios:

Michael O'Leary dijo...

A mi también me pareció floja salvo por el continuo pasar de planos "hiper estéticos" y el mensaje de la película que no deja lugar a dudas.
En cuanto a la fidelidad el cómic es inmensísima: incluso algunos diálogos salen de él: "marchamos...marchamos" y, por supuesto, las imágenes. La verdad es que tampoco el cómis de Miller me gusta. Pero el conjunto se puede ver, aunque sólo sea para ver algo diferente.

Creo que habría dado para una historia más "bonita" la adaptación de una novelación histórica de la misma batala que acabo de leer (también Oscar, que se llama Puertas de Fuego (Steven Prefield). Aunque está claro que eso no era lo que quería el director. Si se trataba de llevar un cónmic al cine, lo ha conseguido del todo. Quizás se la ponga a mis soldados...

remington steel dijo...

Pero lo de los espartanos ¿no es un poco totalitario? Quiero decir, yo no he visto la peli, ni el cómic, ni leido a Herodoto, así que no puedo juzgar la historia en cuestión. Pero la disyuntiva ¿no es un poco pobre? O la sociedad individualista, decadente y enferma de hedonismo, o la sociedad fuerte como única realidad valiosa donde el individuo queda poco menos que anulado. Echo un poco en falta la superación cristiana de esta disyuntiva: ni Esparta ni Atenas, Roma.

Michael O'Leary dijo...

Bueno: de nuevo dijimos loro...generalizando. Ninguno de nosotros considera la mejor a una sociedad pagana; pero entre una pagana (en plan bondadosamente animista o decentemente guerrera) y otra de prácticas satánicas, pues yo creo que está claro.

Esto no es una defensa de la sociedad espartana en su conjunto (que probablemente no fuera tan bestial como se nos pinta -para os que no eran arrojados al monte Taigeto-) puesto que en ella se valoraba la libertad individual hasta donde yo se, que no es mucho.

Espiga dijo...

Hola, me he leído un buen pedazo de este pedazo de blog y comparto el gusto por muchas de las películas de las que habláis. En particular, 300 (la película, que sólo lleváis 47 entradas en el blog).

Viendo simplemente las imágenes de las viñetas ya salí contento del cine. Recuerdo ahora la imagen de los 300 sobre un peñasco viendo como la tormenta sacude la flota persa. La trama era lenta, lenta, lenta. ¿Era normal en aquella época atacar un ejército de un millón de hombres en oleadas de mil hombres por día? ¿No sería mejor atacar ininterrumpidamente? o mejor aún, ¿no hubiese sido más sencillo impedirles dormir, sin intentar causar bajas?

Pero me gustó más Sin City. Tenía un buen argumento, y me encató Marv poniéndose tiritas en las heridas de bala.

En fin, un abrazo a todos.

remington steel dijo...

Es difícil que localicemos los comentarios si los cuelgas en un post del 20 de abril.

Oscar dijo...

Bueno Federico, el problema al que se enfrentaban los persas era el terreno. El estrecho de las termópilas debía ser, en efecto, muy estrecho. Así no había forma de ejercer la presión que un gran ejército puede realizar en campo abierto. Alcanzar la línea de espartanos debía ser bastante difícil. Además, la falange de hoplitas era una formación muy compacta, con escudos de hierro que iban de la barbilla al pié del hoplita. Sin embargo, los inmortales llevaban unas ligeras armaduras de madera. Vamos, nada que hacer.
En lo que disiento es en lo de Sin City. Al margen de Jessica Alba bailando, me pareció una castaña de tomo y lomo.