viernes, 12 de noviembre de 2010

Saint Joan

Nuestra sociedad que es gastronómico cinéfila va a pasar a ser también narcoléptica, por lo que parece. Dos miembros abrazaron a Morfeo, uno con más pasión que la otra, no una, ni dos, ni tres, sino repetidas veces. Esto es descorazonador.
Y encima, Michael nos trae aquí las penas eternas de nuestra lucha contra el eterno enemigo, ese que nos trae a mal traer y que, si no nos trae, a peor traer vamos. Así se nos pasan los años persiguiendo inexistentes, por imposibles, Juanas de Arco y, cuando les damos alcance, se pasan la vida luchando contra el maligno y no se las ve, ni tan siquiera, la sombra del pelo. ¡Ay, Dios mio! Si es para decir aquello de ¡llévame pronto! Pero no perdamos el optimismo, que aún quedan horizontes, aunque sea allí dónde Tintín le disparaba a los antílopes y acababa con un montón para cenar.
A falta de presentación para Laura, que fue remedio de emergencia ante la negativa de cierta dama a ver dramas, pues pongo la que preparé para Sain Joan, de Otto Preminger con Jean Seberg y Richard Widmark. Ahí es ná.


domingo, 7 de noviembre de 2010

LAURA


Óscar y Micheleen Flint nos salvaron de la desaparición el viernes al mantener viva nuestra sociedad con una nueva edición de Los amigos de la arena. Unos amigos de la arena cansados, somnolientos y que a ratos no se enteraron de la película pero que estuvieron manteniendo la posición en esta reunión de despedida, otra vez, a un Michael O’Leary que siempre se está yendo.

Después de una estupenda e impactante presentación que prometía todo acerca de Juana de Arco, Saint Joan en una versión desconocida por casi todos, por mi el primero, tuvimos un cambio de rumbo y nos vimos delante de nuestra cena y de Laura, de Otto Preminger.

Por lo que a mi respecta, me parece estupendo pertenecer a una sociedad gastronómico cinéfila sabiendo tan poco de cocina como de cine: esto me permite disfrutar siempre una barbaridad tanto de las gambas al ajillo como de películas estupendas de las que uno siente la tentación de fingir que las ha visto de puro conocido que es…el título. Eso me pasa con muchísimas joyas del cine clásico, pero afortunadamente mis hermanos me las van descubriendo poco a poco.

Rodrigo de Albrit, de Arista potestad y su amigo Pío Coronado se pasan un verano discutiendo acerca de si la duda o si la vida es sueño (“¡una tabarra, Coronado!”). Preminger nos pone delante de los ojos una cosa que sí que está presente en muchas muchas vidas de la gente: los celos. ¡Pobre Waldo, que pasa de ser un dandi fantástico a un asesino demente por los celos que le provocan los juegos de Gene Tierney! ¡Pobre Dana Andrews –éste más demente que celoso, enamorado de una muerta que se había pasado la vida torturando al pobre Waldo! ¡Qué lagarta juguetona es Laura, que tortura al pobre Waldo yendo con un tipejo y con otro mientras él bebe los vientos por ella!

Y lo cierto es que la situación es tan cotidiana; ¿cuántos no hemos tenido una envidia tremenda con 16 años porque las niñas de 16 se morían por auténticos cretinos de 18? Y lo que es peor: ¿Cuántos disgustos no nos hemos llevado a los 18 cuando hemos visto que las niñas de nuestra edad se ¡morían! por los cretinazos de 20? Una locura.

¡Si nosotros habíamos leído libros, y teníamos unas notas guays y no nos castigaban, y éramos amables y, desde luego, ni se nos pasaba por la imaginación liarnos con pepita cuando estábamos saliendo con Elvirita! Bueno. Pues lo que triunfaba era todo lo contrario, macho: yo nunca lo entendí.

Ahora que nos hacemos mayores, todo ha mejorado mucho. Todas las mujeres de mis amigos aprecian mucho que yo sepa recitar poesía o que les sujete la puerta del coche, mientras que las de 22 siguen pero loquitas por los de 22. Algo debo haber hecho mal…



sábado, 9 de octubre de 2010

domingo, 13 de junio de 2010

¡TENEMOS NUEVOS AMIGOS



Echad un vistazo a los últimos comentarios. ¡Tenemos a un anónimo y un Kipling que nos visitan! Esto merece nuevos posts por parte de todo el mundo.

martes, 13 de abril de 2010

¿Y NUESTRO JUEGO?


Os recuerdo que en este blog se propuso un acertijo hace algunas entradas y nadie ha contestado correctamente... ¿A qué famoso escritor se homenajeó en este foro hace poco?

miércoles, 3 de marzo de 2010

LEÓN, EL PROFESIONAL







En la última reunión de la Sociedad de Amigos de la Arena se proyectó la película “León, el profesional” (Léon) de Luc Besson, 1994. Nuestra primera incursión en el cine europeo no ha estado, así pues, en la línea “intelectual” que cabría esperar de la industria de este lado del Charco, nada de Rosellini, Antonioni, Fellini o Visconti, nada de Godard, Truffaut o Chabrol , nada de Murnau, ni de Wim Wenders. No. Ha sido un auténtico blockbuster palomitero, del director de películas como El Quinto Elemento, Nikita,dura de matar, El Gran Azul, Fanfan La Tulipe, y Arthur y los Minimoys. Verdaderamente no es un cineasta que despierte nuetra admiración, y en esta pequeña selección de títulos es fácil encontrar un porqué. Pero esta película, que fue en su día tan bien recibida por el público como denostada por la crítica, es una excepción.

Después del último post colgado por Michael O’Leary me quedé pensando en si en León ganaban o no los buenos. Lo primero, claro está, es que no hay buenos. Porque no parece que un asesino a sueldo, por mucho que nos guste, pueda considerarse bueno. Aunque en comparación con “el malo” salga ganando por goleada. Lo cierto es que en este cuento (porque es un cuento, otra vez, ¿no?) el mercenario implacable tiene un código ético, limitado pero inquebrantable (ni mujeres ni niños) mientras que el policía corrupto es perverso hasta la exacerbación. En ese sentido el mensaje es un poco revolucionario, muy fin de siglo, por ese intercambio de papeles, esa idea de que la autoridad es pervertida, y los criminales horados. Pero dejando aparte esa observación, creo que sí podemos concluir que en esta historia ganan los buenos, o, lo que es mejor, gana el Bien. Y pensando en esto me acordaba también de Camino a Perdición. Porque en las dos películas hay un bien que preservar, y no es solamente la integridad física del niño (o, en este caso, la niña), aunque eso parezca ser el hilo argumental que conduce la historia. Lo que hay que salvar es, sobre todo, su inocencia. Esa idea, que queda tan en evidencia cuando Paul Newman le dice a Tom Hanks: “Lo único que es seguro es que ninguno de nosotros va a ir al Cielo” y éste le contesta “Michael puede que sí”, no se explicita en León hasta el final, cuando Mathilda vuelve al colegio, al lugar que realmente le corresponde, y “echa raíces”. La muerte de León nos entristece, pero es un sacrificio necesario, es una inmolación voluntaria y la única acción que puede redimir a Mathilda, y, en último término, también redime al propio León.

Así que creo que sí, que, a pesar de todo, esta película también nos gusta porque “ganan los buenos”. Pero, como solía, dejo la custión abierta para el debate.

sábado, 27 de febrero de 2010

DIFÍCIL DECISIÓN

Aquí os dejo el vídeo chapucero que trató de expresar lo que me costó decidirme para nuestra última reunión.

lunes, 22 de febrero de 2010

I am the captain of my soul




El sábado en la noche, me decidí a ver "Invictus" y, ya es una costumbre, disfruté mucho, mucho del cine de Clint (supongo que a él no le importará la confianza). No es su mejor película, para qué nos vamos a engañar, pero está en línea con lo que hablábamos en el post anterior. Qué difícil es construir una vida digna de llamarse tal. No, no es la muerte digna lo que perseguimos, sino la vida que merece nuestro orgullo. La vida sobre la que Dios pueda echar una mirada sonriente. Para que hable bien de nosotros. Esa es la gran vida.
Invictus es un canto a esas vidas en el ejemplo de la de Nelson Mandela. Es cierto que siempre nos queda, cuando estamos frente a este tipo de hagiografías, la sospecha de que no puede haber alguien tan excepcional.
Morgan Freeman, cada vez más inteligente, cada vez más creíble, cada vez más cumbre de ese oficio de hacerse pasar por otros, da el rostro humano al personaje Mandela. Un hombre feliz y triunfal, triste y fracasado, pero al que el castigo de una vida durísima le ha concedido claridad. A veces hace falta poco más. Claridad para entender que el tiempo cambia, que el mundo se mueve, pero que siempre el ser humano merece esperanza y amor. Claridad para tomar un camino en apariencia imposible, el de la reconciliación, el del perdón. ¿Cómo es posible, se pregunta todo el mundo, que este hombre que pasó 27 años en la cárcel, condenado a trabajos forzados, que venía de la violencia armada contra un régimen injusto y anacrónico, cómo es posible que se salga por los márgenes y busque paz, concordia, la amistad del enemigo?
En ese empeño, Mandela apela con convicción insuperable a su condición de líder electo: vosotros me elegisteis para lideraros, dejadme hacerlo. Confiad en mí. En su discurso todo es esperanza.
Pero también olfato. Mandela parece un felino resguardado tras de un maltrecho arbusto que, en un paisaje desolado, espera cualquier oportunidad para hacer su jugada. Nadie hubiera imaginado que el rugby de los "springbrocks" pudiera transformarse en el instrumento de la reconciliación que pretendía. Esta es una hermosa metáfora de una de las realidades más hermosas de la existencia del ser humano, que tantas veces intentan robarnos. Y que se encuentra como transfondo constante de la película, como música de fondo del film. Somos capaces de transformar el mundo entero. Somos capaces de hacer los más hermosos sueños realidad. Somos capaces de hacer el bien. A pesar de que todo, absolutamente todo, se nos oponga.
Este mensaje hermoso y veraz, que vale una pelicula, se resume en el secreto que Mandela comparte con el capitán de la selección de rugby para convencerle de que no existen los imposible. Ese secreto es un poema que, Mandela confiesa, le sostenía en los momentos de oscuridad cuando se le imponía el sentimiento de que todo estaba perdido. Es un poema de William Ernets Henley, autor desconocido para mí, y que os reproduzco a continuación.

Invictus

Out of the night that covers me
Black as the Pit from pole to pole
I thank whatever gods maybe
For my unconquerable soul.
In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody but unbowed.
Beyond this place of wrath and tears
Looms but the horror of the shade
And yet the menace of the years
Finds and shall find me unafraid.
It matters not how strait the gate
How charged with punishment the scroll
I am the Master of my fate
I am the Captain of my soul.


Es hermosa la idea de que podemos forjar nuestro destino, de que late en nuestro rincón más íntimo, un ser irreductible, indoblegable, que se abrirá camino hacia el brillante futuro. No creo que sea incompatible con afirmar, también, que este fortín que atesoramos no lo defendemos solos. Pues mi alma es inconquistable, mi cabeza está erguida y no temo al tiempo porque El triunfó por mí y, pase lo que pase, la victoria ya es nuestra.

sábado, 20 de febrero de 2010

ME GUSTA QUE GANEN LOS BUENOS


Está claro que hay que dar un poco más de impulso a este blog. Si no lo hago yo no lo hace nadie. Y como la verdad es que no se me ocurre nada muy bueno acerca de lo que escribir, voy a contar las últimas pelis que he visto en el cine que me han gustado.

Hace un tiempecito vi Up. Más o menos cuando salió, y la verdad es que me pareció estupendo esto del 3D. Es muy espectacular y me parece una forma nueva y chula de ver el cine. Sin embargo, bien pensado, quizás no sea tan nueva; ¿me acuerdo yo mal o cuando éramos pequeños nos juraban en arameo que determinadas películas se veían en 3D con unas sospechosas gafas de cartón, totalmente ochenteras, con un ojo azul y uno rojo? ¿Y aquello funcionaba? Si es así, nos están vendiendo una moto con esto de la nueva tecnología 3D, pero supongo que la moto, una Kawasaki de 1000, era lo de los ojillos azules y rojos. Nunca fui al cine con esa pinta, así que, si nadie me la resuelve, me quedaré con la duda.

En fin. Up me gustó mucho. Me pareció muy dura para ser para niños hasta que comprendí que a ellos aún no se les forma ese nudo en el estómago que se me hizo a mi cuando él se quedó solo tras romper su hucha una vez tras otra para cuidar de su mujer. Me acordé de los diarios de Adán y Eva, y de mis abuelos.


Y un tiempecito antes de Up vi Gran Torino y Slumdog Millionaire. Está claro que estas películas casi se podrían proyectar ya en una reunión de los amigos de la arena, pero cuando se estrenaron yo no estaba en España. Y tuve que esperar. Me entusiasmaron. Las dos. Que se dice pronto. Ahora estoy rindiendo un homenaje a un famoso escritor del momento. Que escribe así. Y tiene mucho éxito. A quien me diga quién es. Le doy un premio. (Esto para retomar los juegos del blog, que estaban bastante bien)

Y un tiempecito más tarde, ¿qué vi que me gustó? Creo que últimamente no he visto nada salvo el último espanto de Woody Allen (¡Quién le ha visto en Hanna y sus Hermanas y en la maravillosísima Maldición del Escorpión de Jade y quién le ve en el horror de Si la cosa funciona!) y la espectacular Avatar. Un alarde de fuegos artificiales y New Age.

En el ínterin, y en formato pantalla pequeña vi Valkiria. Valkiria me entusiasmó porque pone de relieve la magnitud de Claus Shenk Von Staufenberg, que lamentablemente es interpretado por un cienciólogo que estoy seguro de que es incapaz de comprender los ideales que movieron a Staufenberg, su valor, su generosidad y el significado del ¡Viva la Santa Alemania! con el que murió fusilado. Satufenberg encarna lo mejor de la Alemania Católica que se opuso al ascenso de Hitler, despreció su pensamiento (o la falta de este), despreció los cargos que les ofrecía el Reich y finalmente salvó el honor de Alemania que puede decir que hizo lo posible, almenos una vez -y estuvo a punto de lograrlo- por enfrentarse a la pesadilla del exterminio, la aniquilación de la Alemania que conocían todos antes del 33 y el suicidio final de la guerra contra todos. Vamos, que este hombre debía tener una estatua en cada ciudad alemana y una calle en varias ciudades del mundo. Lamentablemente creo que no se le recuerda tanto como merece.

¿Y qué deduzco yo de estas cosas cuando hago memoria de las pelis que me gustan y las que no? Pues que soy de los raros del siglo XXI(me temo que todos los lectores de este blog lo somos). Porque creo que es bastante habitual que a la gente le guste “Si la cosa funciona”, que no vean nada chocante en “Avatar” (por entretenidísima que sea, y que en un mundo que no fuera el nuestro podría leerse en clave de cuento sin más), y que prefieran con creces a Tom Cruise que a Von Satufenberg. Un tipo lo bastante raro como para casarse con el casco porque se trataba de un “acto de servicio”. Supongo que toda la vida de ese hombre lo fue. Y, sin duda, soy de los raros porque me gustan las historias en las que los buenos son buenos, y con su esfuerzo y entrega ganan a los malos. ¿Eso es que me gustan los personajes planos? ¿Cómo se es bueno? ¿Cuánto hay que ser de malo para ser malo? ¿Hay que ser El Rafita para ser de los malos?¿Un chica como la de “Los hombres que no amaban a las mujeres” –película inspiradora para nuestra presidente-, ¿a qué distancia está de los buenos y a cuál de los malos?

En fin. Que al final, por suerte o por desgracia yo siempre de quien disfruto es del anciano que arrastra su casa voladora por cumplir la promesa a la mujer de su vida, del huraño honesto que muere con los brazos en cruz para proteger a los suyos, de los bailarines luminosos de Boollywood con sus bailes alegres y pasados que celebran como Jamal Malik salva a Latika tras mantenerse bueno en un mundo que le empuja una y otra vez a ser malo y de Von Staufenberg gritando Viva la Santa Alemania. Es posible que yo mismo sea un personaje plano. Pero me alegro de serlo.


viernes, 12 de febrero de 2010

¿ES TAN COMPLICADO EL MATRIMONIO?


Acabo de ver It’s Complicated, la película por la que Meryl Streep ha obtenido su enésima nominación a los Globos de Oro (desde el 79 ha sido propuesta para este premio ¡en veinticuatro ocasiones!, y lo ha ganado en siete). Aunque este año ha recibido su séptimo premio, no ha sido por esta comedia, sino por el biopic Julie & Julia. Me lo he pasado muy bien, y, en algunas ocasiones, me he reído a carcajadas. Pero he constatado una vez más un hecho que hace años que vengo observando. Y es que esta mujer es una especie de cruzada anti matrimonio. Me resulta especialmente sorprendente habida cuenta que lleva treinta y un años casada con el mismo señor (desde sus 29) y tiene cuatro hijos con él. Sin embargo, muchas de sus películas, no sé si decir de las más emblemáticas, porque cada papel que hace Streep es un acontecimiento, pero muchas en cualquier caso, son un alegato contra la vida conyugal. Desde que ganó su primer oscar con Kramer contra Kramer, como la mujer que abandona a su marido y a su hijo para encontrarse a sí misma, la lista de historias de matrimonios fracasados y/o amores extraconyugales perfectos es larga. En La mujer del teniente francés le destroza la vida a Jeremy Irons en aras de una supuesta independencia, o libertad, o no sé muy bien qué; en Enamorarse, un mal remake del Breve Encuentro de David Lean (otro grande del cine con un llamativo interés por el adulterio), abandona un matrimonio feliz con un buen hombre por un Robert de Niro del que se enamora a propósito, nunca se ha visto una infidelidad más buscada y perseguida; en Memorias de África dice adiós a un matrimonio de conveniencia con un infiel Klaus María Brandauer, pero lo sustituye por un amor puro y apasionado con Robert Redford, un amor que no puede ensuciarse con algo tan convencional e hipócrita como firmar un papel. En Se acabó el pastel abandona al también infiel Jack Nicholson y descubre que su vida puede ser mucho más plena fuera del matrimonio. En Los puentes de Madison se entrega en cuerpo y alma a los brazos de Clint Eastwood, a un amor tan perfecto como increíble (¿cómo puede una aventura de fin de semana marcar tu vida para siempre? ¿No es el amor nada más que el enamoramiento?), pero también lo hace desde un matrimonio básicamente feliz, aunque rutinario y que no ha satisfecho sus expectativas (es muy significativo que, cuando su marido se despide para ir a la feria de ganado, le manifieste que no sabría cómo vivir sin ella; con una sola frase ves que él es un buen hombre y que la quiere). Por no mencionar Las Horas, una película absolutamente deprimente que transmite una vez más la idea de lo insatisfactoria que es la vida familiar, aunque hay que reconocer que esta vez no es Streep quien hace el papel de esposa infeliz, (ella hace de lesbiana abnegada, pero enamorada de una forma platónica y nada carnal de su amigo homosexual moribundo,… en fin).

En It´s Complicated el argumento se lleva hasta un extremo que resulta difícilmente asumible. Una mujer madura lleva diez años divorciada del padre de sus tres hijos, que se ha vuelto a casar con otra, por supuesto más joven y más guapa, a la que, por cierto, los hijos no pueden soportar. En estos diez años no ha terminado de asumir la situación, y visita regularmente a un psicoterapeuta que le ayuda a sobrellevar su infelicidad. Por circunstancias que no vienen al caso, la mujer y su ex marido se encuentran solos en un hotel de Nueva York e inician una “aventura”. De pronto, ella se ha convertido en “la otra”, lo que, de forma completamente comprensible, le provoca un subidón de ego importante. El marido entra hasta las cachas, está literalmente como un adolescente con su primer amor. Cuando ella le pregunta cuál es ahora el papel que juega en su vida, él contesta “Eres mi ex mujer, mi amante, mi más antigua amiga, mi novia”. Ella está ilusionada y feliz. Y realmente la química entre la pareja funciona a la perfección. De pronto, sin llegar a darnos ninguna verdadera razón, ella se desencanta y decide que no va a llevar el asunto más allá. Lo más inexplicable de todo es que los hijos, los mismos que ridiculizan a la nueva “esposa” de su padre, los mismos que disfrutan de verlo entrar de nuevo en casa de su madre y ser aceptado en vez de rechazado, se cierran en banda a la posibilidad de una reconciliación cuando se enteran del “affaire”, con la estúpida excusa de que “aún no hemos terminado de asumir el divorcio”. Todo para que la negativa de ella se haga menos dura. Con este mismo propósito entra en escena un arquitecto con el que ella empieza simultáneamente un coqueteo. Un arquitecto que tiene el corazón roto por el abandono de su mujer y que, claro, no podría soportar un nuevo engaño. Pero esa relación no nos convence, la pareja no funciona ni la mitad de bien, no nos la creemos. Y además no queremos creérnosla. Él no nos da pena, o al menos no tanta. Estaría bien para castigar un poco al marido, después de todo se lo merece, pero queremos que la película acabe bien. Es decir, con una familia feliz reunida en torno a una mesa. Posiblemente, celebrando la boda de la hija mayor. Y no encontrar ese final nos decepciona. ¿Qué es lo que tiene Meryl Streep contra el matrimonio?

miércoles, 10 de febrero de 2010

HAN VUELTOOOOOO







No he podido evitarlo. Ahora habrá que pensar en nuevos post y en nuevas películas, pero entre tanto, y mientras termino de leer "John Ford, el hombre y su cine", no se me ocurría nada mejor que este homenaje al terror friki de nuestra infancia para celebrar el regreso.
Y debo decir que, contra lo que me había dicho Oscar, seguimos enlazados en el blog de M-J, con noticia de nuestro último post. Eso es fidelidad. Los últimos post de los que se había hecho eco habían sido los de Jimmy Stewart y el Papa Pío XII, y esos con elogioso comentario, por cierto.

sábado, 30 de enero de 2010

Avatar y el suave panteismo de las palomitas





Hace un par de semanas que me decidí a llevar a mis dos hijos mayores a ver Avatar, el último fenómeno moderno del cine espectáculo. Llevamos ya varios meses de excitación creativa alrededor de las tres dimensiones y el futuro nos deparará más sorpresas en cuanto esta tecnología esté amortizada. Por mi parte, no me quejo. Es la mar de divertida. Cuando regresábamos a casa en el coche, les dije a mis hijos:

-Me lo he pasado como un niño.
-Bueno Papá, -repuso mi hijo mayor, de 9 años- eso no es muy difícil.

Puse la normal cara de sorpresa, e iba a protestar cuando el mediano, de 7, también terció:

-De todos los padres que conozco, eres el más niño.

Lo ponderé unos segundos y concluí que tenían razón.

-Es normal -dije-, estoy enamorado de mi mujer, estoy enamorado de mis hijos...es normal que sea feliz como un niño.
Pero que vaya uno al cine con el espíritu infantil de divertirse, no implica que no te enteres de que la película cuenta una historia vista un millón de veces, ni de que el guión está más lleno de trampas que una película de Indiana Jones.
Y es a pesar de todo eso que, a veces, resulta mejor desenchufar el cerebro y darse de lleno a la aventura y a la fascinación en la oscuridad de la sala. ¡Caramba, viva el espectáculo! En eso, Avatar es un ejemplo total de lo que nos va a deparar la digitalina en unos pocos años. Porque, vistos los beneficios, tenemos 3D, mundos exóticos, trepidación y movimiento asegurados.
¡Ay, pero no! En el fondo, en el fondo, sigue allí el adulto que todos llevamos dentro. Es a ese al que Avatar le pone sobre aviso de lo que también nos deparará el futuro. Y no me refiero a la advertencia ecologista de la película que, vamos, si a estas alturas del negocio no nos habíamos enterado...No. Es otra cosa. Se refiere a la propaganda que vamos a tener que soportar de nuevo por parte de esa especie de suave new age de panteísmos sincretistas facilones, en los que todo lo que huela a la civilización será despreciable y despreciado como bazofia y brutalidad. Ya hemos visto cómo ha prendido en hispanoamerica la llama del indigenismo, que no es más que una oposición contra lo no indigenista, es decir, contra lo que los españoles llevamos a aquellas tierras. Vamos, la civilización, no otra cosa. Y es que lo civilizador debe arrinconarse frente a la pureza de los que viven en tradiciones primitivas pero en armonía con la madre naturaleza. Como si el futuro del hombre pasara por una suerte de tribalización que transforme del todo nuestro modo de vida a otro más primitivo. Va de la mano con esto, esa insistencia de muchos en que el indígena no cambie, para que siga dando ejemplo supongo. O sea, que siga siendo indígena aunque no quiera. ¿O acaso nunca hemos visto esa mueca de terror que se le pone a los puristas de la pureza pura ecologista cuando ven a un indígena con una camiseta que reza "Coca cola"? ¡Qué barbaridad -dicen-, cómo se degrada a estos pobres indígenas que estaban tan bien con el armónico taparrabos!
Pues en este contexto, entre otros como el del calentamiento global, aparece Avatar instruyéndonos en que la naturaleza es un todo, un todo conexo, un todo inteligente, un todo creador, un todo total, un todo divino. Y ahí es dónde el panteísmo de la cosa se pone pesada y cargante. Cuánta matraca vamos a tener que aguantar en las segundas y terceras partes de la película. Panteísmo y palomitas.
Ahora, entre medias, ¡vaya exhibición de fuegos artificiales!