Y encima, Michael nos trae aquí las penas eternas de nuestra lucha contra el eterno enemigo, ese que nos trae a mal traer y que, si no nos trae, a peor traer vamos. Así se nos pasan los años persiguiendo inexistentes, por imposibles, Juanas de Arco y, cuando les damos alcance, se pasan la vida luchando contra el maligno y no se las ve, ni tan siquiera, la sombra del pelo. ¡Ay, Dios mio! Si es para decir aquello de ¡llévame pronto! Pero no perdamos el optimismo, que aún quedan horizontes, aunque sea allí dónde Tintín le disparaba a los antílopes y acababa con un montón para cenar.
A falta de presentación para Laura, que fue remedio de emergencia ante la negativa de cierta dama a ver dramas, pues pongo la que preparé para Sain Joan, de Otto Preminger con Jean Seberg y Richard Widmark. Ahí es ná.
1 comentario:
Eh, que no está tan mal la cosa
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