miércoles, 30 de mayo de 2007

lunes, 28 de mayo de 2007

Mujeres de las que enamorarse, hombres con los que ir a la guerra


En una ocasión, al conocer a un grupo de hombres y mujeres hispanoamericanos se me ocurrió decir la frase que titula este post. Entre ellos, luego fui cerciorándome de mi acierto, había de las unas y de los otros.
En el cine abundan los personajes con los que nos encerrariamos para siempre en sus historias. Yo no se si estoy de acuerdo con Michael en sus preferencias pero, como repite un famoso bloguista: cada uno es dueño de sus preferencias. No, no, no estoy siendo justo: Mo Cuishla...¡ay, Mo Cuishla! O los personajes de Ingrid: esa Ilsa que le destroza la vida al bueno de Rick. ¡Qué debilidad!
Pero hay grandes casos: ¿cómo no ha aparecido por aquí nuestra adorada Maureen, cuando aún la dulzura embellecía su sonrisa pícara por los verdes prados irlandeses? ¿O aquella jovencísima Angie Dickinson (Feathers) que se permite estar de vuelta con el Sheriff Chance (John Wayne) en Río Bravo? Con Joy Gresham (Debra Winger) hubiera bastado con ayudarla a bajar de un tren, o saludarla tras la conferencia de un famoso experto en literatura británica, para caer rendido a sus piés. Cruzarse por Paris con Valentine Dussot (Irene Jacob) e irse tras ella hubiera sido todo uno. Y sí, yo también le hubiera dicho a Cora Munro "mantente viva, yo iré a rescatarte", y ni un millón de Hurones hubieran podido detenerme. Hasta la un poco pesada Señora Pedecaris habría merecido una guerra con los Estados Unidos de América* (salvando las distancias, nunca entendí que Helena lo mereceriera, la verdad).
Y qué decir de ellos, de nuestros camaradas: un T.E. Lawrence marchando hacia Akaba, un William Wallace arengando en la llanura a sus hombres, casi cualquier personaje de John Wayne, un Jeremias Johnson en mitad de la hermosa Utah, Cary Grant en Gunga Din, Beau Geste, los perdedores íntegros de Bruce Willis, Henry Fonda en 12 hombres, Spencer Tracy en aquel pueblucho de morondanga manejado por Robert Ryan, Hornblower enfrentándose a las fragatas españolas (¡cachis!) o Aubrey a un carguero de línea francés... Por supuesto, que todos nacieron en la imaginación de alguién pero, de haber existido, a todos ellos se les podría haber dicho lo que ya se dijo de un gran hombre que sí existió: cuando todo falle y estés en situación desesperada, ponte de rodillas y ruega a Dios para que te envíe a Shackelton

* [Por cierto, ya sabéis que la famosa frase de esta película (vos sois como el viento -Rooselvelt se entiende- que está en todas partes, pero yo, como el león, debo quedarme en mi tierra...o algo así), fue muy otra y dirigida al coronel español Fernández Silvestre: el Raisuni era como el mar y Silvestre como el viento, un desafío, una amenaza.]

domingo, 27 de mayo de 2007

Y CREO QUE ELLAS TAMBIÉN SE LO MERECEN

E Inman también lo creía. ¡Lo que penó por esta chica!

sábado, 26 de mayo de 2007

LAS HIJAS DE LAS MADRES QUE AMÉ TANTO (me besan hoy como se besa a un santo)



Bueno. No tenía muy claro si titular así el post o "Maribel Larumbe Lara, que nació en Valladoliz". En cualquier caso, ahí va.
Siempre he pensado que lo más importante de una película es la historia que cuenta. Es posible (admito la crítica que se me haga) que esto sea porque no se apreciar el resto de cosas: dirección, fotografía, vestuario, efectos de sonido...ni flauers. Yo se si me ha gustado la historia, y cómo me la han contado los personajes: si me he creido las interpretaciones y si les voy a echar de menos cuando acabe la película.
Por eso me apetecía hacer un post homenajeando a las mujeres de las que todos nos habríamos enamorado (bueno, casi todos al menos), y que como son personajes de ficción, murieron hace mucho tiempo, o simplemente viven lejos, nos tienen condenados a la soltería impenitente.
En la foto de cabecera aparece no se si una o dos de las mujeres de bandera del cine. En cualquier caso está claro que la muy buena señora Hamilton no es una de ellas. Pero la que seguro que lo es es Cathy Escarlata O'Hara. El papel de Vivien Leigh en Gone With the Wind es colosal, estareis de acuerdo. Es tan guapa, tan mala, tan altiva, tan dura y con una mirada de tigre tan penetrante que cuando con 15 años (manda lo que manda) me mandaron a dormir a mitad de película porque no era para niños, ya me había enamorado irremisiblemente de ella. Busqué una foto de la escena en que mata al desertor yankee. ¡Con qué cara lo mira!, pero no la encontré. Pero la película entera está lena de momentos en que llena la pantalla. Cuando mueve el trasero en la fiesta en Atlanta en la que no puede bailar porque esté de luto, cuando ayuda a Melita en el parto, cuando pone a Dios por testigo de que no volverá a pasar hambre, cuando arroja la tierra roja de Tara a la cara del capataz vendido, cuando busca a Reth Buttler entre la niebla...¿no es maravillosa? Pues es un personaje de novela. Hay que fastidiarse.
Nary Mc Gregor. La amantísima esposa de Rober Roy Mc Gregor de la novela de Walter Scott encarnada en la pantalla por Jessica Lange. Es, sencillamente la mujer perfecta. Montañesa, dura, guapa, digna, católica. Conoce a su marido y lo complementa. Valora su dignidad y su honor y arrostra lo que haga falta por el bien de su familia. No soporta la villanía y comprende que su marido arriesgue su vida en una apuesta casi perdida por la defensa del nombre de los Mc Gregor, y la virtud de su mujer. Chesterton la podría haber mencionado al hablar de mujeres para las que "un cierto tipo de amor romántico no constituía su entera existencia" y sin duda habría sido la novia más peligrosa para el paciente del novato orugario en las Cartas del Diablo a su Sobrino de Lewis. ¿No es maravillosa? Pues de novela también.
Karen Blixen. Esta no es un personaje de novela, aunque las escribió. No tiene nada que ver con las anteriores. Es descreída, no valora el matrimonio (aunque llegará a hacerlo con el paso de los años), y antes de casarse por huir de la soledad es casi acomplejada; casquivana y superficial. ¡Pero cómo cambia! La cambian África, y Farah, y los Kikuyu. La cambian su porcelana de limoges, sus niños y su escuela. La sífilis y el egoismo de "sus hombres". También es maravillosa: fuerte y ejemplar, capaz de humillarse por dar lo mejor a los suyos. Nunca volvió a África.
Esto sería muy largo. Voy a nombrar sólo a otras fantásticas: Margo Channing y la malísima Eva son de quitarse el sombrero. Para enamorarse es Alicia Huberman en Encadenados o Constance Petterson, en Recuerda. Merece una mención, sin duda, Mi amor, mi sangre: Maggie Fitzgerald, absolutamente adorable y cuyo final es espantoso.

Y, top of the tops, la lujer 10. La que inspira epopeyas sin parangón con héroes, luchas a espada, gigantes, villanos, milagros, amor verdadero...

martes, 22 de mayo de 2007

RIELES EN LA PRADERA


Remington me lanza un guante-lete (¡ZAS! la ceja a hacer puñetas): me sorprende que no hayas citado ninguna película del Oeste en la que haya trenes.
¡Ay, ay, ayay, Remington! (es que ayer estuve de compadreo con unos mexicanos), pues tienes toda la razón. En el comentario a tu post, sólo cité a los Hermanos Marx en el Oeste. Entiendo tu decepción. Sin embargo, no obstante, y a pesar de todo, creo que puedo corregirme. Veamos.
El cine siempre nos deja imágenes que se nos quedan grabadas: ahí están Paul Newman y Robert Redford que acaban de asaltar el tren y poner la dinamita en la caja fuerte cuando...la explosión proyecta pedazos, polvo y fuego sobre sus figuras encogidas. Dos hombres y un Destino.
El mal viene en un tren que no se ve en hora y media. Frank Miller y sus secuaces viajan para matar a un solitario Gary Cooper. El tren no se ve, pero está en todos y cada unos de los angustiosos minutos de ese peliculón de Fred Zinemman. Sólo ante el Peligro.
Otra historia parecida es la de un granjero que caza a un forajido y tiene que esperar el tren para entregarlo a la justicia. El granjero veo ahora que era Van Hefling y el forajido Glen Ford. He tenido que ir a buscar el título. El tren de la 3:10 a Yuma.
Una banda asalta ferrocarriles. Un duro y callado agente de la compañía ha de descubrir que su mejor amigo es el responsable. Una película muy, muy, muy menor del más bajito de los duros del Oeste (es que trabaja Alan Ladd). Smith el Silencioso.
Más de sabotajes, o mejor, los sabotajes más famosos de la historia del western (aunque la mejor obra sobre la cuestión salió de la pluma de Morris y el ingenio de Gosciny y cuyo título he plagiado para este post). No estoy seguro, pero creo que en esa película está esa escena en la que se prende fuego a un puente de madera sobre el que pasa in extremis el tren antes de derrumbarse. Muy posteriormente, Jean Michel Charlier y Jean Giraud (el conocido dibujante de comics Moebius), usaron esa escena y algunas partes de la película, espero que fuera esa, en los mejores albumes del teniente Blueberry (El caballo de hierro, la pista de los sioux, El hombre de la mano de hierro y el general cabellos rubios. El director Cecil B. De Mille y entre los actores recuerdo a Barbara Stanwyck. Union Pacific.
Me bajo a la calle con los niños, a lo peor recuerdo alguna más.

lunes, 7 de mayo de 2007

TRENES DE CINE

Os dije en un post anterior que quería colgar algo sobre trenes. Siempre me han gustado mucho los trenes; influencia de mi padre y de mi abuelo, recuerdo de infancia,… no sé. Pero además es que me resultan muy cinematográficos, no por nada, sino porque los hemos visto tantas veces, en tantas películas,…Los trenes están estrechamente unidos a la historia del cine desde sus comienzos, y no hay antología que se precie que no tenga entre sus títulos El Maquinista de la General.

Algunos directores creo que les tienen particular cariño, y el ejemplo más significativo es David Lean; el ferrocarril es para él más importante que sir Alec Giness, que ya es decir. Y ya desde el principio de su trayectoria: Breve Encuentro gira enteramente en torno a un tren y una estación. Por cierto que en el remake protagonizado por Robert de Niro y Meryl Streep, con menos encanto, también juega el tren un importante papel. Algunas de las escenas más hermosas de Lawrence de Arabia tienen que ver con un tren, y todo el mundo recuerda a Lawrence, de blanco inmaculado, de pie sobre un vagón mientras los hombres de Auda saquean lo que pueden, y un oficial inglés discute con el lider de los guerreros nómadas sobre la ética de la guerra: “Usted también se irá a su casa cuando consiga lo que quiere. No, yo no. Entonces es que es estúpido.” También en Doctor Zhivago el tren atravesando la estepa nevada ha dejado fotogramas inolvidables. ¿Y qué decir de El Puente sobre el Río Kwai? Todo el film gira en torno a dos preguntas, que dividen el argumento en dos partes, ambas igual de emocionantes: ¿Conseguirá el implacable coronel Saito doblegar la férrea voluntad del coronel Nicholson? ¿Conseguirá el tren japonés cruzar el puente? Por supuesto, en Pasaje a la India también vemos trenes, y no logro recordar si Katharine Hepburn, la solterona americana que llega a Venecia para enamorarse perdidamente de Rossano Brazzi en Locuras de Verano, llega en tren o no, pero es muy posible. De todas las películas de Lean que he visto, creo que en la única que no sale ningún tren es en la maravillosa y perfecta “La Hija de Ryan”.

A Alfred Hitchcock también le gustaban los trenes: vienen ahora a mi mente el de La Sombra de una Duda, en el que el malvadísimo (pero qué guapo) Joseph Cotten intenta asesinar a su sobrina; el de Con la Muerte en los Talones, donde Cary Grant y Eve Marie Saints inician (y también culminan) un apasionado romance; y, por supuesto, el de Extraños en un Tren; pero posiblemente no sean los únicos.¿Alguien se acuerda de más?

Hay otras muchas películas que permanecen en nuestra memoria unidas a la imagen de un tren. Por supuesto Con Faldas y a lo Loco, con escenas tan divertidas como la de Sugar perdiendo la petaca ligas abajo, y, sobre todo, la improvisada fiesta nocturna en la litera de Jerry/Daphne; la preciosa Dumbo, donde la locomotora parece tener vida propia; El Hombre Tranquilo, que Los Amigos de la Arena ya hemos visto y comentado en este blog (sí, sí, recordad a ese furioso Sean Thornton dando portazo tras portazo en busca de una cada vez más apocada Mary Kate); y también algunos vehículos de entretenimiento, no tan estupendos, pero bastante logrados en mi humilde opinión, como Testigo Accidental, con Gene Hackman y Anne Archer, o El Puente de Cassandra, con Sophia Loren y Richard Harris. La lista es interminable y esto no pretende ser exhaustivo, sólo traer a la memoria algunos de los fotogramas de trenes que más nos han hecho disfrutar. Y seguro que me estoy dejando muchas en el tintero. Por hacer una concesión al cine europeo, y dejando bien claro que a mí me pareció un tostón, nombraré aquí Ese Oscuro Objeto de Deseo.

Conforme escribía este párrafo pensaba que no son sólo los trenes, también las estaciones resultan muy cinematográficas. La aparición de Marilyn Monroe moviendo las caderas en el andén de la estación de Chicago es tan sexy que parece que hasta el tren resopla y silba cuando la ve. Para mí es inolvidable Liza Minelli/Sally Bowles agitando sus uñas esmaltadas de verde (“sofisticadas, ¿verdad?”) mientras se despide de Michael York sin volver la cabeza también en el andén de una estación, esta vez la de Berlín. Y Kevin Costner salvando al bebé mientras tirotea a los malos de Al Capone, en una escena que sería absolutamente genial si no fuera porque ya había sido rodada (no pretendo ser condescendiente aclarando que por Eisenstein en El Acorazado Potemkin, es que yo lo sé hace bastante poco). Las inenarrables explicaciones a John Wayne en la estación de Castletown sobre cómo llegar a Innesfree también son difíciles de olvidar, menos mal que aparece Michaleen Flynn para resolver la situación. Tengo la sensación de haber visto en varias películas la Grand Central Station de Nueva York, aunque ahora mismo no podría decir en cuáles. Se admiten sugerencias.

En fin, si este post os hace pensar en otros trenes, estaría bien que hicierais comentarios al respecto, porque seguro que faltan un montón. Espero haberos traído gratos recuerdos. Ya me contaréis.

miércoles, 2 de mayo de 2007

Cambio de la Galería Inmortal

Por fin cambié las imágenes de la Galería Inmortal. Lo cierto es que pesaban un montón y la carga de la página se hacía muy lenta. Sólo he mantenido la de Orson, porque es genial. Si queréis incluir más fotos, adelante. Pero que no pesen mucho. Saludos.