sábado, 27 de febrero de 2010
DIFÍCIL DECISIÓN
lunes, 22 de febrero de 2010
I am the captain of my soul
El sábado en la noche, me decidí a ver "Invictus" y, ya es una costumbre, disfruté mucho, mucho del cine de Clint (supongo que a él no le importará la confianza). No es su mejor película, para qué nos vamos a engañar, pero está en línea con lo que hablábamos en el post anterior. Qué difícil es construir una vida digna de llamarse tal. No, no es la muerte digna lo que perseguimos, sino la vida que merece nuestro orgullo. La vida sobre la que Dios pueda echar una mirada sonriente. Para que hable bien de nosotros. Esa es la gran vida.
Invictus es un canto a esas vidas en el ejemplo de la de Nelson Mandela. Es cierto que siempre nos queda, cuando estamos frente a este tipo de hagiografías, la sospecha de que no puede haber alguien tan excepcional.
Morgan Freeman, cada vez más inteligente, cada vez más creíble, cada vez más cumbre de ese oficio de hacerse pasar por otros, da el rostro humano al personaje Mandela. Un hombre feliz y triunfal, triste y fracasado, pero al que el castigo de una vida durísima le ha concedido claridad. A veces hace falta poco más. Claridad para entender que el tiempo cambia, que el mundo se mueve, pero que siempre el ser humano merece esperanza y amor. Claridad para tomar un camino en apariencia imposible, el de la reconciliación, el del perdón. ¿Cómo es posible, se pregunta todo el mundo, que este hombre que pasó 27 años en la cárcel, condenado a trabajos forzados, que venía de la violencia armada contra un régimen injusto y anacrónico, cómo es posible que se salga por los márgenes y busque paz, concordia, la amistad del enemigo?
En ese empeño, Mandela apela con convicción insuperable a su condición de líder electo: vosotros me elegisteis para lideraros, dejadme hacerlo. Confiad en mí. En su discurso todo es esperanza.
Pero también olfato. Mandela parece un felino resguardado tras de un maltrecho arbusto que, en un paisaje desolado, espera cualquier oportunidad para hacer su jugada. Nadie hubiera imaginado que el rugby de los "springbrocks" pudiera transformarse en el instrumento de la reconciliación que pretendía. Esta es una hermosa metáfora de una de las realidades más hermosas de la existencia del ser humano, que tantas veces intentan robarnos. Y que se encuentra como transfondo constante de la película, como música de fondo del film. Somos capaces de transformar el mundo entero. Somos capaces de hacer los más hermosos sueños realidad. Somos capaces de hacer el bien. A pesar de que todo, absolutamente todo, se nos oponga.
Este mensaje hermoso y veraz, que vale una pelicula, se resume en el secreto que Mandela comparte con el capitán de la selección de rugby para convencerle de que no existen los imposible. Ese secreto es un poema que, Mandela confiesa, le sostenía en los momentos de oscuridad cuando se le imponía el sentimiento de que todo estaba perdido. Es un poema de William Ernets Henley, autor desconocido para mí, y que os reproduzco a continuación.
Black as the Pit from pole to pole
I thank whatever gods maybe
For my unconquerable soul.
In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody but unbowed.
Beyond this place of wrath and tears
Looms but the horror of the shade
And yet the menace of the years
Finds and shall find me unafraid.
It matters not how strait the gate
How charged with punishment the scroll
I am the Master of my fate
I am the Captain of my soul.
Es hermosa la idea de que podemos forjar nuestro destino, de que late en nuestro rincón más íntimo, un ser irreductible, indoblegable, que se abrirá camino hacia el brillante futuro. No creo que sea incompatible con afirmar, también, que este fortín que atesoramos no lo defendemos solos. Pues mi alma es inconquistable, mi cabeza está erguida y no temo al tiempo porque El triunfó por mí y, pase lo que pase, la victoria ya es nuestra.
sábado, 20 de febrero de 2010
ME GUSTA QUE GANEN LOS BUENOS
Está claro que hay que dar un poco más de impulso a este blog. Si no lo hago yo no lo hace nadie. Y como la verdad es que no se me ocurre nada muy bueno acerca de lo que escribir, voy a contar las últimas pelis que he visto en el cine que me han gustado.
Hace un tiempecito vi Up. Más o menos cuando salió, y la verdad es que me pareció estupendo esto del 3D. Es muy espectacular y me parece una forma nueva y chula de ver el cine. Sin embargo, bien pensado, quizás no sea tan nueva; ¿me acuerdo yo mal o cuando éramos pequeños nos juraban en arameo que determinadas películas se veían en 3D con unas sospechosas gafas de cartón, totalmente ochenteras, con un ojo azul y uno rojo? ¿Y aquello funcionaba? Si es así, nos están vendiendo una moto con esto de la nueva tecnología 3D, pero supongo que la moto, una Kawasaki de 1000, era lo de los ojillos azules y rojos. Nunca fui al cine con esa pinta, así que, si nadie me la resuelve, me quedaré con la duda.
En fin. Up me gustó mucho. Me pareció muy dura para ser para niños hasta que comprendí que a ellos aún no se les forma ese nudo en el estómago que se me hizo a mi cuando él se quedó solo tras romper su hucha una vez tras otra para cuidar de su mujer. Me acordé de los diarios de Adán y Eva, y de mis abuelos.
Y un tiempecito antes de Up vi Gran Torino y Slumdog Millionaire. Está claro que estas películas casi se podrían proyectar ya en una reunión de los amigos de la arena, pero cuando se estrenaron yo no estaba en España. Y tuve que esperar. Me entusiasmaron. Las dos. Que se dice pronto. Ahora estoy rindiendo un homenaje a un famoso escritor del momento. Que escribe así. Y tiene mucho éxito. A quien me diga quién es. Le doy un premio. (Esto para retomar los juegos del blog, que estaban bastante bien)
Y un tiempecito más tarde, ¿qué vi que me gustó? Creo que últimamente no he visto nada salvo el último espanto de Woody Allen (¡Quién le ha visto en Hanna y sus Hermanas y en la maravillosísima Maldición del Escorpión de Jade y quién le ve en el horror de Si la cosa funciona!) y la espectacular Avatar. Un alarde de fuegos artificiales y New Age.
En el ínterin, y en formato pantalla pequeña vi Valkiria. Valkiria me entusiasmó porque pone de relieve la magnitud de Claus Shenk Von Staufenberg, que lamentablemente es interpretado por un cienciólogo que estoy seguro de que es incapaz de comprender los ideales que movieron a Staufenberg, su valor, su generosidad y el significado del ¡Viva la Santa Alemania! con el que murió fusilado. Satufenberg encarna lo mejor de la Alemania Católica que se opuso al ascenso de Hitler, despreció su pensamiento (o la falta de este), despreció los cargos que les ofrecía el Reich y finalmente salvó el honor de Alemania que puede decir que hizo lo posible, almenos una vez -y estuvo a punto de lograrlo- por enfrentarse a la pesadilla del exterminio, la aniquilación de la Alemania que conocían todos antes del 33 y el suicidio final de la guerra contra todos. Vamos, que este hombre debía tener una estatua en cada ciudad alemana y una calle en varias ciudades del mundo. Lamentablemente creo que no se le recuerda tanto como merece.
¿Y qué deduzco yo de estas cosas cuando hago memoria de las pelis que me gustan y las que no? Pues que soy de los raros del siglo XXI(me temo que todos los lectores de este blog lo somos). Porque creo que es bastante habitual que a la gente le guste “Si la cosa funciona”, que no vean nada chocante en “Avatar” (por entretenidísima que sea, y que en un mundo que no fuera el nuestro podría leerse en clave de cuento sin más), y que prefieran con creces a Tom Cruise que a Von Satufenberg. Un tipo lo bastante raro como para casarse con el casco porque se trataba de un “acto de servicio”. Supongo que toda la vida de ese hombre lo fue. Y, sin duda, soy de los raros porque me gustan las historias en las que los buenos son buenos, y con su esfuerzo y entrega ganan a los malos. ¿Eso es que me gustan los personajes planos? ¿Cómo se es bueno? ¿Cuánto hay que ser de malo para ser malo? ¿Hay que ser El Rafita para ser de los malos?¿Un chica como la de “Los hombres que no amaban a las mujeres” –película inspiradora para nuestra presidente-, ¿a qué distancia está de los buenos y a cuál de los malos?
En fin. Que al final, por suerte o por desgracia yo siempre de quien disfruto es del anciano que arrastra su casa voladora por cumplir la promesa a la mujer de su vida, del huraño honesto que muere con los brazos en cruz para proteger a los suyos, de los bailarines luminosos de Boollywood con sus bailes alegres y pasados que celebran como Jamal Malik salva a Latika tras mantenerse bueno en un mundo que le empuja una y otra vez a ser malo y de Von Staufenberg gritando Viva la Santa Alemania. Es posible que yo mismo sea un personaje plano. Pero me alegro de serlo.
viernes, 12 de febrero de 2010
¿ES TAN COMPLICADO EL MATRIMONIO?
En It´s Complicated el argumento se lleva hasta un extremo que resulta difícilmente asumible. Una mujer madura lleva diez años divorciada del padre de sus tres hijos, que se ha vuelto a casar con otra, por supuesto más joven y más guapa, a la que, por cierto, los hijos no pueden soportar. En estos diez años no ha terminado de asumir la situación, y visita regularmente a un psicoterapeuta que le ayuda a sobrellevar su infelicidad. Por circunstancias que no vienen al caso, la mujer y su ex marido se encuentran solos en un hotel de Nueva York e inician una “aventura”. De pronto, ella se ha convertido en “la otra”, lo que, de forma completamente comprensible, le provoca un subidón de ego importante. El marido entra hasta las cachas, está literalmente como un adolescente con su primer amor. Cuando ella le pregunta cuál es ahora el papel que juega en su vida, él contesta “Eres mi ex mujer, mi amante, mi más antigua amiga, mi novia”. Ella está ilusionada y feliz. Y realmente la química entre la pareja funciona a la perfección. De pronto, sin llegar a darnos ninguna verdadera razón, ella se desencanta y decide que no va a llevar el asunto más allá. Lo más inexplicable de todo es que los hijos, los mismos que ridiculizan a la nueva “esposa” de su padre, los mismos que disfrutan de verlo entrar de nuevo en casa de su madre y ser aceptado en vez de rechazado, se cierran en banda a la posibilidad de una reconciliación cuando se enteran del “affaire”, con la estúpida excusa de que “aún no hemos terminado de asumir el divorcio”. Todo para que la negativa de ella se haga menos dura. Con este mismo propósito entra en escena un arquitecto con el que ella empieza simultáneamente un coqueteo. Un arquitecto que tiene el corazón roto por el abandono de su mujer y que, claro, no podría soportar un nuevo engaño. Pero esa relación no nos convence, la pareja no funciona ni la mitad de bien, no nos la creemos. Y además no queremos creérnosla. Él no nos da pena, o al menos no tanta. Estaría bien para castigar un poco al marido, después de todo se lo merece, pero queremos que la película acabe bien. Es decir, con una familia feliz reunida en torno a una mesa. Posiblemente, celebrando la boda de la hija mayor. Y no encontrar ese final nos decepciona. ¿Qué es lo que tiene Meryl Streep contra el matrimonio?