domingo, 22 de febrero de 2009

CINE FÓRUM

Pues si.
Lo he vuelto a hacer. Y esta vez he dado la campanada. Una Sección de Infantería plantada delante de un proyector viendo la historia de un tipo encantador y demasiado aficionado al martini cuyo mejor amigo es un conejo invisible de dos metros. Al principio cundió el pánico, luego hubo algunos bostezos, después empezaron a oírse risas y al final creo que a más de uno le gustó. No está mal para gente que sólo ve películas de acción de las series A a la H y, por supuesto en color: tiros y tías.

Y luego vino la explicación. Desde luego, cogida por los pelos. Pero en un alarde de imaginación forzado por el directo (pensaba que tenía en el disco duro Capitanes Intrépidos, sólo 13 años anterior a la que finalmente vimos) conseguí aparejar el enfoque que el Sr. Dowd da a la vida con la vocación militar. El maravilloso lunático (que ni por asomo lo es) de la historia, se dedica a alegrar la vida a la gente derrochando encanto, amabiliad, atención y paciencia. Nosotros alegramos la vida a los demás aportando fatiga, desvelos, frío y mojaduras, para que todo esté tranquilo. Hablamos de la lipieza del corazón, de mantener los ideales y los sueños, de atender a los demás, de la importancia del trabajo bien hecho -¡qué estupendo es el portero del manicomio al que nadie hace ni caso pero que, por iniciativa propia construye una puerta corredera para mejorar el sanatorio!; nadie se la había pedido y nadie, salvo Dowd, reconoce su trabajo, pero él la hace lo mejor que puede. Como los canteros que esculpían los pináculos de las catedrales, cuyo detalle nadie puede apreciar-

En fin. Que era lo último que esperaban ver, pero quizás hayamos ensanchado todos un poco nuestras miras. O quizás piensen que su Capitán está, definitivamente, colgadísimo. Besos y abrazos desde los Altos del Golán.



sábado, 21 de febrero de 2009

OTRO CATÓLICO EN EL HOLLYWOOD DORADO


Acabo de leer las conversaciones que Peter Bogdanovich mantuvo con Leo McCarey a lo largo de su último año de vida, que el veterano director pasó ingresado en un hospital de California aquejado de enfisema pulmonar. No solemos encontrarlo en las listas de los más grandes, y, de hecho, no solemos acordarnos de él. Pero creo que se merece un comentario, aunque sea uno pequeñito. Por muchas cosas: porque fue el "inventor" de El Gordo y el Flaco y firmó algunas de las mejores cintas de la encantadora pareja que formaron desde entonces Laurel y Hardy; porque dirigió Sopa de Ganso, quizá la mejor película de los Hermanos Marx; porque fue el auténtico descubridor de Cary Grant, el primero que le dio un papel importante, en La Pícara Puritana; porque hizo las dos Tú y Yo, la primera con Charles Boyer e Irene Dunne y la segunda (para mí la más conocida, cuánto buen cine nos hemos perdido por ser demasiado jóvenes, aunque también cuánto más cine hemos podido disfrutar por la misma razón) con Cary Grant y Deborah Kerr, uno de los más claros exponentes de la comedia romántica al estilo de Hollywood, que nos hizo disfrutar por sí misma y, de postre, a través de los ojos de Meg Ryan en El Desvelado de Seattle (a la que por fin decidieron titular en español Algo para recordar, misterios de los traductores); porque Frank Capra le rindió un claro homenaje en Qué bello es vivir, donde podemos ver que en el cine de la ciudad dan una peli de McCarey;  y porque era católico. Lo fue toda su vida y nos dejó sendas (y oscarizadas) muestras de ello en dos de sus películas más recordadas, Siguiendo mi Camino y Las Campanas de Santa María, en las que Bing Crosby, solo o acompañado por Ingrid Bergman, conseguía que el pueblo americano en pleno simpatizara de inmediato con los curas católicos. 
Así que propongo una revisión de alguna película de McCarey cuando Michael O'Leary vuelva de Oriente Medio.

sábado, 14 de febrero de 2009

CINE FÓRUM

Pues eso es lo que hemos hecho. El sábado pasado organicé un cine fórum para dos de mis Secciones en la Posición 4-28 (que es en la que tengo el Puesto de Mando de la Compañía). Vi una película que no me había entusiasmado la primera vez, epro mi acceso a películas que me gusten es bastante restringido, con lo que es complicado conseguir algo entretenido, formativo y que nos de pie a hablar después. No obstante, y aunque la tendencia de Robert Redford es justo la opuesta a la que debería, si encontramos en la película cosas como el compromiso (repetido hasta la saciedad), la amistad, la lealtad, la defensa de Occidente, la legitimidad de las guerras... Fue interesante. Y todos escuchaban atónitos las explicaciones que les dábamos acerca del argumento.

Y además disfrutamos de la interpretación de un monstruo de la pantalla como Meryl Strip, que simpre está estupenda.