miércoles, 6 de junio de 2007

Deseando Amar (Fa yeung nin wa ).


Director: Kar-wai Wong
Reparto:
Tony Leung Chiu Wai,
Maggie Cheung,
Ping Lam Siu,
Rebecca Pan,
Lai Chen,
Tung Cho Joe Cheung,
Man-Lei Chan,
Kam-wah Koo

Hace algunos meses, Remington me dirigió hacia esta película. Desde hacía algún tiempo tenía yo en reserva la película 2046, de este mismo director. Sin embargo, una indecible atonía que me ha acompañado todo este curso académico, me proporcionaba la pereza suficiente como para no querer verla.
Un inevitable espíritu de competencia (con Remington), me decidió a ver esta "Deseando Amar". Me encantó. Literalmente. Quedé hechizado por la música, por el ritmo de la cinta, por los actores y por lo que contaban. Por los puestecillos de comida rápida (¡ah, si los coreanos hubieran promocionado más esta faceta suya!), por los vestidos de la protagonista, por las partidas de un juego desconocido que se llama Mahjong y que duran más allá del amanecer.
El film, en apariencia, no cuenta nada. Dos matrimonios jóvenes se mudan a apartamentos contiguos. Uno de ellos es una suerte de casa de huespedes regentado por una simpática matrona. La historia gira alrededor del marido de uno de los matrimonios y de la mujer del otro. Sus respectivas parejas están siempre de viaje, trabajando, y ellos pasan el tiempo solos, comiendo en sus habitaciones, casi siempre pensativos y melancólicos.
El, siempre pulcro y aliñado, amable, simpático e inteligente. Ella, de tipo perfecto, embutida en hemosos vestidos estampados de cuello chino, es el complementario perfecto de él. El espectador espera que pronto vayan enredándose, que salgan juntos, que vayan al café y al cine, que hablen y se sinceren, vamos, ¡que se líen cuanto antes!
Pero eso es sólo la apariencia. El interés que se van mostrando el uno al otro no es por ellos mismos, sino por sus ausentes parejas, por la inconsolable certidumbre de que esos sí que se han liado entre sí.
El pesar de los protagonistas queda claro, pero falta un detalle por desvelar, detalle por el que se interroga él en alguna ocasión: el por qué. ¿Qué les ha llevado a amarse, a esos dos desconocidos? No lo entiende. Y así, la relación de nuestra pareja va de episodio en episodio, casi sin tocarse, sin amarse. Hasta que el amor hace su entrada y al levantar ese velo, ambos sólo ven tristeza. Una hermosa melodía, repetitiva y limpia como las cuerdas que la interpretan, empuja este desvelamiento y Nat King Cole canta en castellano "Aquellos ojos verdes" para acabar de enmarcar su pena. Una pena que es doble por el dolor de encontrar a quien se ama amando a otro y por el dolor de comprobar que de esa traición también son ellos capaces. El final de la película enseña que ambos recuperan sus amores originales y que se pierden mutuamente en el espacio y el tiempo. Pero esa, es otra historia.

2 comentarios:

remington steel dijo...

Muy bien, Oscar, buena entrada. A mí también me cautivó la peli. Es toda ella como una coreografía, cada toma un paso de un baile lento, tan estética, tan esteticista,... Qué tiempos, qué música, qué vestidos, qué cuello,... El caso es que si yo leyera todo esto no sé si me apetecería verla, pero, ¡es tan bonita! ¿Para cuando 2046?

Michael O'Leary dijo...

¡Caray, qué bien escribes!

Me apetece verla con la misma morbosa curiosidad con que vi Lost in Translation y creo que me gustaría de la misma forma. Ahora me tengo que pòner a preparar la presentación de la mía!